Viene pisando fuerte por la calle Torneo, despeinando la orillita del río al compás de su garbo y su melena suelta, las gafas negras del anonimato, amplias como su sonrisa de claveles y a juego con la medida de sus tacones. Su alegría no es para menos. Laura Vital (n. 1980, Sanlúcar de Barrameda, Cádiz) acaba de ser nominada por partida doble a los premios Flamenco Hoy de la crítica nacional: mejor disco de cante y mejor disco revelación, por su primer trabajo “Tejiendo lunas”, que presentó en Sevilla el pasado siete de abril con una actuación memorable en la Sala Chicarreros de la Fundación Cajasol.
Web Revista La Flamenca. Luis M. Pérez. 11/5/2016 Fotos: Pepe Montiel
Laura, enhorabuena por ese disco. Explícanos ese título tan enigmático.
Ha sido un disco muy laborioso, con un proceso creativo muy largo, muy artesanal, digamos. Mi gente, mi familia, tanto por parte de mi madre como de mi padre, son marineras, yo crecí en Bajo de Guía, en Sanlúcar de Barrameda. Mi abuela Esperanza hacía redes para los barcos y yo, desde niña, tengo esa imagen de ella, y me parecía de una artesanía, de una sensibilidad tal, que la palabra “tejiendo” me encantó desde un primer momento para que formara parte del título.
He querido que el disco fuera un hermanamiento entre el flamenco y otras músicas del Mediterráneo, una misma luna que se refleja en el mismo mar desde ópticas diversas, reflejar un poquito lo que une a los países del Mediterráneo, que aunque están alejados en el espacio, y yo diría que también en el tiempo, porque, tanto en la música árabe como en la música griega yo encuentro infinidad de vínculos con el flamenco.
Turquía, Grecia, Marruecos… ¿Por qué te llaman tanto la atención esos países, qué tienen de especial para ti?
Es cierto, siempre me han llamado poderosamente la atención su folklore y el de todos esos países donde el pueblo gitano ha ido dejando su huella, la música romaní… son músicas que yo las siento muy cercanas, quizá porque Andalucía es también muy ecléctica, porque por aquí han pasado muchas civilizaciones, y como que todas esas músicas le son inherentes y están presentes en el flamenco. Por ejemplo, la canción que da título al disco, “Tejiendo lunas”, que es el single, está en lengua romaní, y la hemos hermanado con unos tangos de Granada con letra de José María Velázquez-Gaztelu. Es un homenaje a los grandes maestros que ha dado esa ciudad, encabezados por el gran Enrique Morente, a quien yo le tengo una tremenda admiración, entre otras cosas, porque enseñó a los artistas jóvenes a utilizar su creatividad.
Eres profesora de cante flamenco, con plaza en propiedad, en el Conservatorio Profesional de Música Cristóbal de Morales, de Sevilla. ¿Cómo se llevan esa condición tuya de erudita e investigadora con esa otra faceta tuya experimental, como de querer fusionarlo todo?
Jajá, no, no soy más que una buena aficionada, y no es fusión lo que busco, sino hermanamiento; la fusión es un concepto más superficial y tiende a desvirtuar las músicas originales, yo lo que pretendo es que las músicas que tomo no pierdan ninguna de ellas su identidad, siempre desde el respeto a las formas, la vocalización, la manera de decir los cantes, tanto flamencos como marroquíes o griegos. Y luego, en realidad, es mucho más un hermanamiento de músicos que de músicas, de personas que se juntan para sumar, compartir y nutrirse unos de otros. En los tiempos que corren, ese mensaje de convivencia es muy importante.
¿Que hasta dónde podríamos llegar con esos hermanamientos? Por ejemplo, el mundo anglosajón, lo veo mucho más lejano. Yo soy muy atrevida, pero de momento prefiero quedarme con el Mediterráneo y la música oriental.
¿Cuánto has sacrificado de tu carrera de artista para cultivar tu faceta docente?
Pues tener que trabajar el doble, jajá, que parece que no, pero hay tiempo para todo, yo me considero una mujer trabajadora, muy implicada y comprometida con la música que hago, pero sí que es verdad que tienes que desdoblarte para compaginar los ensayos, las actuaciones o las promociones con la vida académica. Al final es una cuestión de compromiso, en este caso de un doble compromiso, aunque siempre tengo presente cuál es mi prioridad.
Mi vida es el escenario, yo empecé a cantar desde muy niña y nunca he dejado de lado mi carrera artística, antes al contrario. Siempre me he planteado hasta dónde puedo llegar con la docencia porque yo, por encima de todas las cosas, soy cantaora, y a mí lo que me da la vida es el escenario y el calor del público, y el crecer como artista, el crear cosas. Hasta el día de hoy lo he podido compaginar, pero el día que no pueda tendré que decir “hasta aquí llego”, la docencia me gusta mucho, pero cantar es mi sueño, mi prioridad.
¿El disco estaba pensado desde hace años, por alguna razón lo has tenido que posponer?
Antes de este disco yo tenía una propuesta de una discográfica importante, pero, claro, el tipo de música que ellos me planteaban no tenía nada que ver con lo que yo hago, querían un disco comercial, de versiones, de temitas… y yo ahí no me reconocía. He estado varios años sin poder grabar porque tenía firmado un contrato con ellos y me negaba a grabar lo que ellos querían. Que evidente me habría podido hacer más famosa o más reconocida, pero yo sentía que ésa no era mi verdad.
Para poder hacer “Tejiendo lunas” defendiendo al flamenco y defendiendo a las músicas que en él hay, un disco en el que me reconociera en cada cante, donde se pudiera ver mi ser y mi verdad, he tenido que esperar. Y no he tenido prisa, porque creo que los artistas debemos tener primero cosas que contar; y para tener cosas que contar hay que tener vivencias, lo que presupone una cierta experiencia de vida y en el escenario.
¿Cómo se puede enseñar el cante en una escuela, en el conservatorio, en una academia?
El arte no se enseña ni se aprende. En el flamenco no hay maestros, siempre estamos continuamente aprendiendo, absorbiendo como esponjas. No se aprende a ser artista, yo creo que eso lo debe llevar uno de serie. En mi trabajo en el conservatorio les doy a mis alumnos las pautas para que conozcan los cantes, la métrica, trabajar un repertorio, enseñarles a mejorar a través de escalas, mejorar la afinación, el ritmo, el compás… pero realmente el arte es inherente a la personalidad de cada uno, y eso es algo que cada cual debe descubrir por su cuenta.
¿Cómo ves el presente del flamenco?
Yo lo veo muy bien, Luis, yo veo una cantera de artistas buenísimos, creo que la gente está más preparada que nunca. Esta crisis económica, que tanto está afectando también a la cultura, viene a veces bien a los artistas, para ponernos las pilas, nos pone en la necesidad de contar cosas y el talento brota con más brío. Claro que nos tiene ahogados y no tenemos las oportunidades que deberíamos tener, pero se está cantando, tocando y bailando mejor que nunca.
En el baile y en la guitarra pocos te llevarían la contraria, pero ¿también en el cante, Laura? Vamos a mojarnos, tú como cantaora ¿a quién admiras de tus contemporáneos?
Yo soy una cantaora que escucha poca música contemporánea, me considero una gran aficionada y me gusta acudir siempre a la raíz, a las fuentes, a Pastora Pavón, a quien admiro tanto que le hice mi espectáculo Pastora eterna; cantaoras como Isabelita de Jerez, Fernanda y Bernarda de Utrera; de cantaores escucho mucho a Tomás Pavón, a Chacón, a Vallejo, a Manuel Torre…
Más cercanos en el tiempo, mi Perla de Cádiz, mi Encarnación La Sallago, María Vargas, Carmen Linares, que es todo un referente para mí. Y de todo el panorama actual hay una baraja de cantaoras magníficas, no me gustaría mojarme porque soy muy admiradora de todas mis compañeras y no quiero que se me olvide ninguna. Pero ya que insistes, me gustan mucho Estrella Morente, Marina Heredia, Argentina, Virginia Gámez, Rocío Segura… todas están defendiendo el flamenco hoy en día. Y de hombres, José Valencia, Miguel Poveda, Antonio Reyes…
¿Y el futuro de este arte, cómo lo ves?
Yo soy muy optimista, creo que la crisis pasará y esto seguro que da un vuelco. Es verdad que se sigue valorando más el flamenco fuera de nuestras fronteras, pero creo que va cambiando, el flamenco se ha dignificado, está en la universidad y en el conservatorio. A la vez, me siento muy agradecida por las generaciones de artistas anteriores a mí, porque ellos fueron los que pasaron fatigas de verdad, ahora es mucho más fácil formarse, llegar al público. Mi maestra Encarnación La Sallago me lo decía, la pobre, cuando yo tenía diez u once años, me decía “Laura, que tú vayas a la universidad, que estudies, que la gente de mi edad ha tenido que cantar muchas veces por una pringá”. Por eso es de agradecer a todas esas generaciones su esfuerzo, su sacrificio, porque, gracias a ellos, el flamenco está hoy donde está.
Y las mujeres en el flamenco, ¿seguís teniendo que luchar el doble, sigue siendo éste un mundo machista como antaño?
Yo creo que poco a poco está cambiando, aunque yo personalmente nunca he sentido ese machismo. A la vista está que hoy en día, al menos ésa es mi percepción, la mujer está teniendo incluso más relevancia en el cante que los hombres, hay más cantaoras de renombre que cantaores.
¿Cómo te ves dentro de treinta años?
Me cuesta mucho verme dentro de treinta años, porque soy una mujer que vive mucho el presente. Soy muy inquieta, muy inconformista y mi día a día es una aventura, no suelo planificar tan a largo plazo. Supongo que con las mismas ganas de seguir aprendiendo y de poder aportar mi granito de arena con mi música.
Laura, es tu oportunidad para dirigirte a los lectores de La Flamenca.
Que gracias por leer la entrevista, por interesarse en conocer a la persona. Quieras que no, el escenario siempre supone una barrera y es en las entrevistas donde se ve un poco más el lado humano del artista, y daros un abrazo muy fuerte por compartir la afición por el flamenco, que es lo que yo más amo.