El pianista gaditano lanza en enero “Chumbulum” con sus principales composiciones desde los 80 y marcará 2022 con dos nuevos álbumes junto a Antonio Lizana y el brasileño Hamilton de Holanda.
Revista La Flamenca. Xavier Grau. 17/12/2022. Fotos: Judit Rodríguez
Si consultando la agenda de Chano Domínguez, premio Nacional de Músicas Actuales 2020, les entra vértigo, esperen a conocer sus planes para 2022. Tres lanzamientos discográficos engrosarán la discografía de este magistral pianista gaditano reconocido y solicitado en todo el mundo. De nuevo residiendo en Barcelona desde hace un año, ha reencontrado a su “trío catalán” de toda la vida sin renunciar a nuevas apuestas con músicos emergentes. Mientras, observa con orgullo como una nueva generación de Domínguez se abre paso en los escenarios: sus hijos Pablo, Marcel y Serena.
Tres proyectos discográficos para 2022. ¿Empezamos con el primero?
Encantado.
Explíqueme.
Grabamos en enero pasado con Antonio Lizana, un joven saxofonista y cantaor, gaditano también, un disco de grandes temas en clave jazzística pasados por nuestro filtro. Se llamará Estándares y va a incorporar standards de todos los tiempos.
Como...
Temas como Summertime, temas de Coltrane, Shorter, Round Midnight de Thelonius Monk, All the things you are... con letras que Antonio, que es un magnífico arreglista, ha adaptado al español y que musicalmente muestran todo el color de la música que se hace hoy aquí en España.
¿Cuándo lo veremos?
Si todo va bien el disco puede salir hacia enero y haremos una buena presentación hacia marzo.
¿Quiénes les acompañan?
Formamos un cuarteto junto a Marc Fortià en el contrabajo y Marc Miralta a la batería.
Bien. Vamos con el segundo proyecto para el año que viene.
Hemos grabado un disco con el brasileño Hamilton de Holanda, todo un maestro tocando la mandolina, con temas de aire brasileño compuestos por él y otros míos además de grandes temas de personajes como Paco de Lucía.
¿Un trabajo más exigente que el anterior?
Diferente. Opuesto al primero que tiene esa alma de la música española, más orgánica, con nuestros ritmos y que al ser tocado en cuarteto te obliga a moverte de manera diferente.
¿Con más o menos margen para su piano?
Junto a Hamilton y su mandolina el piano tiene que ejercer más funciones. Mi mano izquierda trabaja mucho más en los bajos y me obliga a sentirme a trabajar para sentirme cómodo en ese contexto.
Y con colaboraciones insignes.
Cierto. Nos acompaña Rubem Dantas, el gran percusionista brasileño que introdujo el cajón en el flamenco con Paco de Lucía y que además toca la calimba en este disco. También canta un tema brasileño precioso Sílvia Pérez Cruz y contamos con el bajo acústico de Michael League, de esa gran banda que es Snarky Puppy que lleva ganados un montón de Grammys.
El regreso a casa después de siete años en Nueva York resulta fecundo.
Sí porqué al regresar hace un año quise conectar con mi gente y decirle a todo el mundo que volvía a estar aquí.
¿Qué fue lo primero que hizo?
Lo primero, reconectar con mi trío catalán de siempre junto a Horacio Fumero, el contrabajista argentino que lleva más de cuarenta años en España, que formó trío con Tete Montoliu. Y también con David Xirgu, que es el batería más musical de toda Europa hoy por hoy.
Y han grabado juntos sus “obras completas”.
Hemos hecho un disco, que también saldrá este año que viene, con composiciones originales mías desde los 80 hasta este año pasado mismo de pandemia.
Grabados “del tirón”.
Sí. Eso mismo significa su título en una palabra colombiana Chumbulum.
¿Qué le hace revisar estos trabajos antiguos?
Los temas siguen estando ahí, frescos y vigentes sólo que yo ahora los toco de manera diferente. Las piezas aguantan el paso del tiempo aunque yo los desarrollo de un modo distinto porque el que ha cambiado he sido yo.
¿Mucho?
Es como cuando relees un libro vuelves a ver una película años después. Lo ves con otra perspectiva. Tú has cambiado, has evolucionado y tú visión de la obra es diferente aunque el libro, la película o la canción sea la misma.
¿Incluye temas nuevos?
Sí. Especialmente una balada que compuse durante la pandemia, que se titula Limbo y que presentamos en directo en Festival de Jazz de San Sebastián. Me hace ilusión especial porque el tema está incorporado a la banda sonora de la película de Jonás Trueba, el hijo de Fernando Trueba.
¿Qué destaca de la selección?
Pues está ese tema mío de los 80, cuando empecé a componer, dedicado a Bill Evans, I love Evans, compuesto a su manera en 3/4 etc... y otro de los 90 medio jazz medio latín... On the road
¿Cómo ha sentido esos temas después de tanto tiempo?
Siento que todos tienen mucha relación entre ellos y me suenan muy actuales porque no están sometidos a ninguna moda.
¿Ni siquiera la etiqueta del flamenco jazz?
Todas esas etiquetas las han puesto los periodistas o las compañías para poder encasillarnos.
¿Las abolimos?
¡Claro que sí! El flamenco ha adaptado el jazz, el pop, el rock, la electrónica, todas las músicas, y con la música ha roto todas las barreras, las fronteras y las banderas.
¿Cuál es el futuro que le ve usted al flamenco y a todas sus fusiones?
Yo creo que tenemos que hablar de música en general, en global, música contemporánea, actual, improvisada, con raíces de todos lados....
¿Cómo?
Hoy escuchas latín con electrónica, con música de India, de cualquier procedencia y yo que soy de Cádiz le incorporo mis acentos, que me son conocidos y naturales. Que no me cuestan y que vienen de cuando empecé con la guitarra flamenca en mi casa...
...
De hecho todo viene de compartir el mismo sistema armónico, no hacemos más que volver a lo que está en El clave bien temperado de Bach sólo que nosotros lo moldeamos con esos nuevos acentos nuestros y todo funciona como fundir unos tanguillos, una soleá o una bulería con el blues...
¿Eso sigue impresionando?
Gracias a las redes hoy podemos ver y escuchar como alguien que vive en Tokio o en Ciudad del Cabo mezcla el jazz con la música de su tierra y nos ofrece un nuevo lenguaje más amplio y más extenso que nos hace a todos estar mucho más cerca.
¿Todos estos cambios brutales los ha recuperado con su regreso entre jóvenes al Taller de Músics?
Para mí el Taller es un lujo y mi casa, donde empecé mi carrera musical. Les conozco desde 1984 cuando se hizo en Sanlúcar de Barrameda el primer seminario de jazz. ¡Imagínate!
¿Cómo le sientan tocar con la Ensemble de estudiantes del Taller?
Les motiva mucho tocas con un músico con experiencia grande con el que ellos han crecido sabiendo de él. Hay grandísimos músicos jóvenes preparadísimos y con mucho respeto hacia la música que me recuerdan a mí mismo hace cuarenta años.
¿Habrá segunda parte?
Este año estoy con un nuevo combo con cambios: yo no toco el piano porque lo lógico es que haya un pianista también joven estudiante y yo me dedico a dirigir.
¿Y a sus hijos no les impresiona tocar con usted?
Mi hijo Pablo, que es un gran guitarrista, toca muy bien la percusión. Es quizá quien mejor conoce mi música porque se ha criado conmigo trabajando y componiendo en casa. Para mí eso es perfecto porque con él no tengo que ensayar al no ser que sea un tema nuevo que él desconozca.
¿Qué cree que siente él tocando con usted?
Es para él una gran responsabilidad.
Los dos más pequeños también son músicos.
Son fantásticos. Marcel toca el saxo y es productor de trap. Serena es guitarrista y compositora, una auténtica songwriter.
De veras que no se corten al compartir profesión con una estrella como usted.
Para nada. Cada uno lleva su estilo y su camino. Piense que Pablo se crió en Cádiz y de ahí que esté cerca del flamenco. Marcel y Serena han crecido en Barcelona y Nueva York.
¿Y usted se impresiona con ellos?
Yo lo levo de maravilla. Para mí es un placer enorme subirme al escenario con ellos.
Por cierto, ¿de dónde saca tantas ideas, energías y tiempo para trabajar tanto?
Yo me aburro muy pronto de mí mismo y necesito cambiar, y así me siento renovado. Amo mi trabajo y lo disfruto y así es menos trabajo.