Sábado 5 de abril, 7 de la tarde. La cola que espera delante de la sala de espectáculo es muy larga... sin embargo Rocío Molina sólo subirá al escenario dentro de una hora. Los primeros en la fila llegaron una hora y media antes de que empezara la actuación de la joven artista. Semanas antes, ya no quedaba ni una entrada y hasta se presentaron personas sin entradas el día del espectáculo, “a ver si había suerte”. ¡Tanta afición!. Este año, para la séptima edición del Festival flamenco de Toulouse, en el sur de Francia, vinieron también los Farrucos y Duquende. El año pasado, la estrella fue Fuensanta La Moneta y hace dos años José Mercé. También vinieron La Tremendita, Rocío Bazán y Maria José Pérez, acompañadas por las guitarras del Mati y de Francisco Javier Jimeno. Cada año, el festival es “el” evento flamenco. Los aficionados de la región lo esperan con muchas ganas, ya que pocas salas se atreven a organizar espectáculos de flamenco, pese a la afición que existe en la ciudad; una situación paradójica, cuando se sabe que durante la semana del festival se venden todas las entradas. El flamenco llegó en Toulouse con los inmigrantes españoles, en particular con la presencia de la bailaora La Joselito, en los años 60-70. Desde entonces, ha crecido la afición y la ciudad cuenta hoy con una decena de academias de flamenco (es una de las ciudades francesas con más academias) y decenas de asociaciones donde se dan clases. Aqui la afición no sólo llega a las miles de personas con raíces españolas, sino también a muchísima más gente.
Sin embargo las subvenciones atribuidas al festival de Toulouse por las instituciones no son muy altas; unos 21.000 euros de los 75.000 euros del presupuesto total. “Todavía no sé nada de las ayudas que nos tendrían que dar”, lamenta Maria Luisa Sotoca que, a parte de directora artística, tiene que desempeñar muchísimos más papeles para conseguir organizar este festival con tan pocos recursos; es a la vez chófer de los artistas, jefa de prensa, directora de comunicación, secretaria, gestiona las cuentas y hasta corre por toda la ciudad para pegar carteles y distribuir publicidades. “Quiero que este festival sea un momento donde la gente comparte su afición, tanto el público como los artistas.” Pese a la dificultad de sostener un festival de este tamaño siendo una entitad pequeña, la Peña Alma flamenca intenta inovar cada año (aparte de organizar proyecciones, exposiciones y cursos). Para esta edición, se presentaron dos espectáculos el mismo día en la misma sala: “Se lleva mucho en Estados Unidos y en España, y para mi era una forma de conseguir que tanto Rocío Molina como Duquende forman parte de la programación”, explica Maria Luisa Sotoca. “El color político del ayuntamiento acaba de cambiar, espero que el nuevo equipo de gobierno nos sea favorable.” En fin, todo un reto y muchas esperanzas, la próxima edición del festival se dedicará a la mujer.
Texto y foto: Delphine Fabius