Y finalmente fue donde ella siempre quiso, en Sevilla y en su Palacio de Dueñas. Aquí en este rincón sevillano lleno y habitado siempre por el arte en todas sus vertientes, nos deja hoy, 20 de noviembre a las 9.57 h. a la edad de 88 años, María del Rosario Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, comúnmente conocida como Cayetana de Alba o Duquesa de Alba quien no pudo superar la infección pulmonar que sufría desde el pasado domingo.
Web revista La Flamenca. Rocio de la Villa 20/11/2014
Ya lo dejó bien claro en una entrevista en el año 2011, "para mí, lo primero, después de mi familia, es Sevilla; me muero por Sevilla, tanto que voy a descansar al final de mi vida aquí, para estar en esta tierra andaluza que considero la mía". Y así ha sido.
El Palacio de Dueñas, a lo largo de toda su historia se ha impregnado de cultura y arte, desde la familia Pineda allá por el siglo XV, pasando por el alojamiento del diplomático inglés Lord Holland, morada del pintor Salvador Clemente, que dio clases a un adolescente Juan Ramón Jiménez, e incluso cuna para el poeta Antonio Machado, donde hoy su famoso “limonero lánguido” también llora arte por tan triste pérdida, siendo igualmente palacio vecino junto al que jugaba Chaves Nogales de niño, para incorporarse incluso a la literatura reciente como escenario de la última novela de Manuel Vicent. Y ha sido en este “tablao” cargado de arte y de historia, donde Doña Cayetana ha querido dar sus últimas “pataitas” en el fin de fiesta de su vida.
Una gran señora no sólo por sus títulos que la hicieron dieciocho veces Grande de España, sino por su optimismo, su vitalidad, su rebeldía, su generosidad, su sensibilidad, su inteligencia,… su carácter único e inigualable, que como en su día mencionó Antonio Burgos, la hacía la “más goyesca de toda su estirpe”. Donde nos sólo ha sabido estar a la altura de sus antepasados, sino que ha aportado a su noble linaje sensibilidad artística, estabilidad y un enorme carisma.
Si bien es sabido el amor que la Duquesa siempre le ha profesado a Sevilla, un sentimiento recíproco, y así se le reconoció en 1968 con el nombramiento de Hija Adoptiva de la ciudad, no muy lejos queda su pasión, su vinculación y su curiosidad por la cultura y el arte ocupando un lugar destacado los toros y el flamenco. Tanto es así que Cayetana tenía un tablao flamenco propio para practicar el baile, en sus dos principales residencias: el Palacio de Liria y el Palacio de las Dueñas. Una pasión que le reconoció la vigésima edición del Salón Internacional de Moda Flamenca (Simof), con la entrega del galardón “Flamenco en la Piel”.
Pasiones que algunos artistas han querido reflejar en más de una ocasión ya sea mediante, la literatura, la pintura o incluso el flamenco, como el espectáculo-homenaje que le dedicó la bailaora Cecilia Gómez, ambicioso montaje que llevaba por título “Cayetana, su pasión”.
Y es que mejor embajadora no pudo tener Sevilla donde tantas veces compartió y vivió como una más nuestras tradiciones, paseando en coche de caballo por el Real de la Feria o llamando al martillo de su Señor de la Salud, el Rey de la raza calé o de su madre la Virgen de las Angustias, gitana de piel morena, a los que Cayetana les tenía especial fe y devoción.
Flamenca, escritora, torera, pintora, comprometida con los que sufren, cristiana… y fiel defensora de la Institución Monárquica. Así fue, y así será recordada por todos la Grande de España, Doña Cayetana Fitz-James Stuart.
Inevitablemente, el arte llora hoy en el Palacio de Dueñas en recuerdo a esa gitana de sentimiento que ya descansa allí arriba disfrutando de las mieles de la vida eterna.