La artista barcelonesa se ha ido con la llegada del fin de año, de forma inesperada, dejando un gran vacío no solo en el mundo de la fotografía, sino también en el de la cultura.
Revista La Flamenca. R. De la Villa 2/1/2024 Foto: Oriol Maspons
El final del año 2023 se ha tornado de negro luto, y a las despedidas de Pedro Peña y Antonio Agujetas, el 31 de diciembre llegaba con otro triste adiós, el de la fotógrafa Isabel Steva, más conocida como “Colita”. A los 83 años, a causa de una peritonitis, su vida se apagaba justo antes de que lo hiciera el último día del año.
Con ella se va una de las fotógrafas que mejor supo capturar momentos de duende, arte y compás. Artista que sin cantar, ni bailar, ni tocar, supo abrirse hueco entre los flamencos gracias a su fotografía.
Isabel Steva nació en Barcelona en el año 1940. Fue una figura destacada en el ámbito del fotoperiodismo y la vida cultural de Barcelona, asociada a la escena de la “Gauche Divine”.
Con su cámara capturó momentos transcendentales de la historia catalana durante el franquismo y la Transición con una mirada renovada, reivindicativa y feminista. Su viaje por el arte jondo comenzó en el año 1962, donde emprendió un camino que la llevaría, a través de innumerables situaciones, momentos y personajes, a un inmenso espacio del arte llamado “Flamenco”.
En este transcurso estuvo acompañada por personas de excepción, que con el tiempo se convirtieron en sus imprescindibles, como Paco Rebés o José Caballero Bonald. Así es como Colita llegó al flamenco y se sumergió a través de su cámara en un mar de sensaciones nunca antes experimentadas.
Con apenas superado los veinte años, una fotógrafa, aún nobel, se adentraba en los poblados de barracas del Somorrostro y Montjuic para tomar contando con el mundo gitano, donde a pesar de la pobreza y la miseria, pudo experimentar la alegría del baile y el cante de una forma espontánea y autentica.
Estos inicios en el mundo del flamenco marcaron para siempre la vida y obra de Colita, pues fue sólo el principio de toda a vida dedicada a captar lo jondo. Así, en estos primeros momentos vividos en la intimidad de este mundo nuevo, para Isabel, la llevarían a conocer a la que fue una de las mujeres más importantes de su vida, la gran Carmen Amaya. Una bailaora que llegaba desde México para trabajar en la película “Los Tarantos” y que sería la causante de una experiencia única para esta fotógrafa, marcando por siempre su fotografía y obra a la emoción y el flamenco. De hecho, en la introducción al libro “Luces y sombras del Flamenco”, Colita declaraba que cuando vio bailar a Carmen Amaya “… jamás había visto ni sentido nada parecido en mi vida. Algo así como un deslumbramiento y una emoción hasta el llanto… A partir de ese momento, emprendes un viaje que no tiene fin…”.
Precisamente, este libro de “Luces y sombras del Flamenco”, con textos de José Manuel Caballero Bonald y fotografías de Colita, marcó un hito en la carrera de la fotógrafa. Con él inició un viaje al mundo del flamenco, en su dimensión más cotidiana y familiar, compartida con las gentes de una Andalucía que le abrió sus casas, sus patios, su vida, unos momentos llenos de naturalidad y de una verdad sin artificio que supo capturar a través de su objetivo, dejándonos imágenes inéditas de Mairena, La Piriñáca, La Perrata, La Fernanda y la Bernarda, Juan Talega, El Borrico, El Chozas, Donday, Carmen Amaya…
Dicho viaje lo continuó por tablaos y escenarios, siguiendo a todos los flamencos y flamencas que de una forma u otra llegaron a su vida, buscando siempre aquel momento irrepetible, aquella emoción que la desbordó y que, aunque no se volvió a producir, le permitió fotografiar a artistas que dejaron un gran rastro en su vida y en la historia de este arte de la fotografía flamenca. Así en su archivo podemos encontrar retratos y fotografías históricas como la de Aurelio Sellés, Fernanda y Bernarda, La Chunga, Tío Borrico, Paco de Lucía, Lola Flores viendo a Adolfo Suárez en la tele, ensayos míticos de Antonio Gades y Vicente Escudero en la Rambla de Barcelona o Manolo Sanlúcar, Camarón… o aquella imagen de 1969 en el bar de Pinto en la que se retrató un momento cabal entre Antonio Mairena, Tomás Torres, Chocolate y Pepe Pinto y que volvió a ser actualidad en el 2022 gracias a la reinterpretación que de ella hizo Antonia Moreno, para recrear a la imagen anunciadora de la XXIIº Bienal de Flamenco de Sevilla y en la que esta vez sus protagonistas fueron Manuela Carrasco, Eva Yerbabuena, Patricia Guerrero y María Moreno.
Sobre Colita podríamos escribir cientos de líneas más, pues además, a lo largo de su carrera recibió importantes premios y reconocimientos, además de exponer su obra a nivel internacional.
Con su adiós, pierde el mundo de la fotografía, pero también el de la cultura y el flamenco, aunque su obra perpetuará, y a pesar del paso de los años seguirá siendo un motivo de disfrute y emoción.
Hasta siempre Colita.