El marido de la gran bailaora Manuel Carrasco fallecía este miércoles 31 de mayo de forma repentina mientras tocaba la guitarra.
Revista La Flamenca. R. De la Villa. 1/6/2023
El mes de mayo de 2023 cierra con una adiós inesperado en el mundo del flamenco. Enmudece en la tierra la guitarra de Joaquín Amador para seguir haciendo arte y compás en el cielo.
Y es que según información consultada, el guitarrista, marido, también, de la bailaora Manuela Carrasco, fallecía, de forma repentina mientras tocaba su guitarra. Su fiel compañera, con la que consiguió triunfar y conquistar los escenarios… esa bajañí que le ha acompañado hasta el final de sus días.
Aquí, familiares, amigos y amantes de lo jondo y lo gitano nos hemos quedado absortos con la noticia pues no se esperaba dicho desenlace, perdiéndose con él otro eslabón de esa generación de flamencos cada vez más resquebrajada.
Joaquín Amador Santiago, nació en Polop de la Marina, en la provincia de Alicante, en 1952. Tal y como dice el refranero español, “de casta le viene al galgo”, y es que Joaquín tuvo la suerte de nacer en el seno de una de las sagas más caudalosas para el flamenco y la música. Familia que proviniendo de la zona del Levante español, supo conquistar Triana y su arrabal, echando aquí sus raíces, y siendo nombrado, incluso, como hijo predilecto de este barrio sevillano.
Su árbol genealógico lo encabeza su padre, José María Amador, también guitarrista; y de sus ramas penden nombres como los de la cantaora La Susi, su hermana, quien muriera en 2020. Un árbol que componen también nombres como los de Juan José Amador, el pianista Diego Amador o el grupo Pata Negra. Una saga que continúa con esa savia nueva que da continuidad al apellido, como lo hace su hija Samara Carrasco, cantaora, para honrar a la memoria del abuelo de la primera generación que introdujo algunos cantes por tarantas habituales de escuchar en Triana y el Polígono Sur.
Hasta llegar a nuestros días, Joaquín Amador supo labrarse una larga y fructífera carrera profesional, la cual empezó, precisamente junto a la mano de su hermana, La Susi, actuando en tablaos en Madrid en los setenta. Junto a ella grabó varios discos y firmó como autor algunos temas. Trabajos, fundamentales, hoy en día, para el flamenco de la época, entre cuyos títulos encontramos: “Susana”, de 1976; “La primavera”, 1977; “De fiesta y luna”; 1984; “Nuevos horizontes”, 1989; “Así soy yo” en 1992… Un inicio en la trayectoria que permitió que esta pareja artística de hermanos se labrase un hueco en los tablaos flamencos madrileños convirtiéndose en habituales de Torres Bermejas.
Precisamente, en uno de estos tablaos conoció a la bailaora sevillana Manuela Carrasco, su mujer con la que se trasladó a vivir a Sevilla para formar parte de su Compañía y firmar la música de todos los espectáculos que producían.
Carrasco y Amador, juntos recorrieron el mundo entero, regalándonos obras como “La raíz del grito”, “La Diosa”, “Esencia Flamencas”, “Tronío”… o el espectáculo histórico dirigido por Héctor Orezzoli y Claudio Segovia que en los 80 giró por Estado Unidos, llamado “Flamenco puro”.
Su último gran montaje nos lo regaló en la pasada edición de la Bienal de Flamenco de Sevilla presentado en el Teatro de la Maestranza “Manuela”.
Todo lo que podríamos escribir sobre Joaquín Amador sería poco. La realidad es que este mes de mayo ha cerrado de una forma muy amarga, pues con su partida, la guitarra y el baile pierden a un gran artista del arte, compás y acompañamiento. Que en el cielo siga resonando su música como lo hizo, hasta el final de sus días terrenales, y que guíen a Manuela Carrasco en esta nueva etapa a la que se enfrenta, sin su gran compañero y acompañante al compás, quien con su partida, en el día de ayer, tiñó de negro luto sus volantes, aquello que cobran vida junto a su baile racial y atávico.