Es el norte un referente situacional que se ha postulado las más de las veces como una especie de justo medio, como tendencia a la mesura, a concordancia con lo que debemos o no hacer. Siempre fue el sur una reivindicación que hubo de ser planteada desde el reclamo de el sur también existe. Nos encontramos así con la dualidad entre la referencia conceptual a nuestra situación espacial y en el plano de las ideas; sirva, pues, como marco de un par de reflexiones sobre el planeta flamenco para que no perdamos la perspectiva que tanto preocupaba a doña Rosa, la del café celiano de La Colmena. El Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba se ha movido entre la perpetua tendencia a la conveniencia de refundación permanente en bases y objetivos por el escaso eco último de sus logros y la llamada de atención para que no se desvirtúe el origen mismo de su creación.
Tal vez pudiera imputársele una cuestión de desenfoque y de pugna entre tendencias encontradas acerca de cuál ha de ser el modelo de aplicación: el descentralizado de La Unión, que irradia a toda la piel de toro con sus fases preliminares hasta dar en la fase final o el que busca una respuesta amplia sin citas previas. Otro cantar son los niveles de calidad de los intérpretes o el eco que tienen en los circuitos que se organizan por la amplia geografía flamenca, pues cabe preguntarse en una especie de fiel remedo de ubi sunt qué ha sido últimamente de los ganadores de las últimas convocatorias, que siguen concursando permanentemente por otras latitudes, persuadidos como están de que ganar el Concurso más prestigiado no es suficiente del todo. Surge la pregunta con el olvido elemental de que son tiempos en que hay abundancia de intérpretes y de mercado, ya que el arte flamenco no escapa a la tendencia de las leyes que rigen ese inmenso mercado de sociedad consumista, caracterizada por una gran voracidad y por hacer que no se distingan las líneas fronterizas que delimitan una manifestación musical de otra, además de las múltiples fórmulas misceláneas. Y se une a la amalgama de gustos que impiden la uniformidad en cuanto a la consideración de cuáles son intérpretes de calidad incontestable y cuáles no; sí, decididamente, antes hubo de ser más fácil por la menor competencia.
La figura neorromántica de intérpretes que vivían y sucumbían en la indigencia ha dado paso a la conveniencia de seleccionar qué es lo mejor para la coyuntura concreta y la imagen que se proyecta en los demás. Se producen renuncias a fórmulas que en la afición tradicional eran tenidas por más acordes, pues las estadísticas y las cifras que se manejan en los espacios donde se desarrollan los espectáculos indican que no asisten sino de una forma minoritaria. Han de reformular por tanto sus interpretaciones con variantes tangenciales -copla- o con estéticas que divergen, aunque tengan en su génesis algo en común, como es el no sentirse acogotados en la interpretación -pop y jazz fundamentalmente-. No es ajeno el flamenco, por tanto, a la búsqueda permanente de señas de identidad; y es que decía Lope en su "Arte nuevo ..." con un evidente desprecio hacia el público, en el sentido de que había que darle al público asistente lo que pedía, pues para eso es el que pagaba. No es la intención establecer similitudes, aunque venga al caso parcialmente.
Se impone la renovación en la presente edición en las diversas secciones para dar cabida de iure a lo que ya es de facto. Ello puede comportar cierto aggiornamento, pero no se le puede imputar falta de un realismo necesario a todas luces; la nueva categoría de Premio de carácter honorífico pretende hacer justicia a una trayectoria. Es el reconocimiento, pasado el tiempo, a artistas que participaron en el Concurso; las nuevas tecnologías, a través de medios audiovisuales y el complemento de las trayectorias tendrán un papel importante en las fases selectivas en la selección de aspirantes. La referencia a Ricardo Molina ha sido otro de los hitos importantes, a propósito del 90 Aniversario de su nacimiento; en este sentido hay que resaltar las Jornadas a él dedicadas entre los días 6 a 8 de marzo en el Instituto "Luis de Góngora", con la participación de Félix Grande y Agustín Gómez y la actuación de Julián Estrada y Manuel Silveria. Él fue uno de los artífices del Concurso allá por 1956.
Es el norte también una orientación geográfica que en esta ocasión queda referida a Santander y al Concurso que allí se organiza anualmente desde hace diez años, y que por estar lejos de los mentideros al uso no es conocido; mas lo cierto es que han actuado cantaores que han conseguido ser laureados en certámenes como el de La Unión, caso de Miguel Tena, de Tarantas de Linares -como Toli de Linares-, finalistas del Concurso Nacional como Pepe Lara, o mujeres cantaoras como Rosa de la María. Es loable la labor del Centro Andaluz, que anda ocupado en darle realce al presente Concurso y cuenta con la labor decidida de Caja Cantabria, el Gobierno de la Comunidad y el Ayuntamiento, además de diversas firmas comerciales; se ha establecido contacto con la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco, va a haber actuaciones de gala, exposiciones de artes plásticas sobre temas flamencos ... Sólo quedaría añadir lo que al listo editor se le ocurrió del pícaro Lázaro de Tormes, con su cúmulo de fortunas y adversidades, ya se sabe que aquello de la promesa de contar lo que en adelante sucediere, por el éxito que bien pudieran o no tener los sucesos relatados.
El número de inscripciones será elevado en el Nacional, y seguiremos haciendo conjeturas más allá de los meses de abril y mayo sobre qué habría sido más adecuado. La imagen de varias personas mayores que hacen su particular proyecto de cómo ha de ser la obra que un municipio ha proyectado muestra es de la imagen.
Texto: Juan Pérez Cubillo - Foto: Juan Rafael Pérez Díaz