Revista La Flamenca: Revista nº 5 / año 2004 Julio Agosto
Juan Carlos Romero nació en Huelva en 1964. Con diez años de edad comienza a tomar lecciones del que considera su primer gran maestro, Miguel "El Tomate de Almería", iniciador de una importante saga de guitarristas como su propio hijo "El Niño Miguel", o su nieto "Tomatito". Realiza sus primeros contactos con el acompañamiento al cante y al baile en la escuela de Matilde Coral y Rafael "El Negro", y posteriormente con Manolo Marín y "El Mimbre".
Su guitarra arropa el cante de primeras figuras del Flamenco como: José Mercé, Turronero, Chano Lobato, Paco Toronjo, Boquerón, etc. Poco después, consigue ser Premio Nacional de Guitarra en el prestigioso concurso de Jerez de la Frontera, en su modalidad de concierto. Colabora con Manolo Sanlúcar, con quien recorre el mundo ofreciendo conciertos en las salas y teatros de mayor relevancia en el panorama música. Participa en la banda sonora y posterior rodaje de las películas dirigidas por Carlos Saura, "Sevillanas" y "Flamenco", junto a una extensa nómina de los más importantes artistas del cante, el baile y la guitarra flamenca. La Bienal de Sevilla del 1994 acoge el estreno de la obra "A oscuras", que con gran éxito se estrena en el Teatro de la Maestranza, destacando su participación junto a figuras como Enrique Morente y Esperanza Fernández. Sus composiciones son demandadas e interpretadas por artistas tan significativos como Rocío Jurado, Enrique Morente, Carmen Linares o El Pelé, con quienes además graba y produce algunos de sus discos y muchas de sus numerosísimas apariciones televisivas, tanto a escala nacional como internacional.
En el año 1997 lanza al mercado "Azulejo", título de su primer trabajo discográfico en solitario, con el que obtiene el reconocimiento del público y la critica especializada a su labor como concertista y compositor. En el año 1998 y en la X Bienal de Flamenco de Sevilla, se presenta con "Abanaó" un espectáculo creado y dirigido por él, añadiendo a sus composiciones para guitarra, el baile de Eva "La Yerbabuena" y los cantes interpretados por El Pelé y La Susi. En el mes de Enero de 1999 fue la Compañía Andaluza de Danza, la que eligió su música para el estreno del espectáculo titulado "Un ramito de locura", cuya coreografía corrió a cargo del bailaor Javier Barón.
En el 2000 interviene componiendo y tocando para Carmen Linares en la producción del Teatro de la Maestranza de Sevilla "LA LUZ ,EL JUBILO Y LA MELANCOLIA.
En 2001 compone, toca y produce el disco del cantaor Arcángel, para la compañía Yerbabuena (Virgin). En 2004 realiza la misma tarea con el nuevo disco de Arcángel "La calle perdía".
En septiembre presentará su último trabajo discográfico.
En septiembre saca nuevo disco, ¿no?
Sí, para este nuevo proyecto he contado con muy buenas colaboraciones. Eva "La Yerbabuena" hace una pinceladita de baile. Arcángel canta una cosa, Estrella Morente hace un par de cosas y también interviene "El Barilla", un cantaor de las tres mil. Es la primera vez que graba con un guitarrista.
¿Qué título le va a poner?
Se va a llamar "Romero". En él incluyo ocho temas flamencos, aunque por ahí hay una rumba que está hecha con gospel. La verdad es que estoy contento con el resultado. El disco lleva alegrías, tientos, tangos, tarantas, bulerías, fandangos y sevillanas.
¿Es complicado sacar hacia delante un disco de guitarra?
Esto es una locura. Tal y como se dan las cosas hoy, el mundo del disco está difícil. Y para un instrumentista, ni te cuento. Un disco de guitarra tiene mucho trabajo, es muy sacrificado. Son muchas notas las que hay que dar en cuarenta minutos, y cada vez es más difícil hacer algo que suene personal. Hacer algo que suene a ti es uno de los mayores logros que se pueden conseguir.
¿Cómo definiría su toque?
Intento que sea personal, pero el intento no te asegura nada. Al final, haces lo que sabes hacer y poco más.
¿Quiénes han sido sus referencias en el flamenco?
Fundamentalmente, en nuestra generación, Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar. Con Paco ha sido una relación más indirecta, a través de los discos. Con Manolo sí he disfrutado de un trato más cercano, porque he tenido la suerte de trabajar con él unos cuantos años.
¿Cree que la guitarra está alcanzando la posición que se merece, o todavía le queda mucho camino por recorrer?
Todavía le queda, pero sí te digo que ha ganado mucho. Antes el guitarrista no tenía, salvo excepciones, la consideración que se merecía, aunque haya sido, en la práctica, el que ha puesto orden en el flamenco, a través de su instrumento, con las tonalidades, el ritmo... Todo esto ha sido un trabajo del guitarrista. Ahora creo que la guitarra está más asentada, aunque hay que recordar que la técnica y el virtuosismo son elementos al servicio del arte y no un fin en sí mismo. La guitarra ha hecho muy bien en ganar, en ampliar las armonías, las escalas... Lo que está claro es que el músico del flamenco, salvo contadas excepciones, es el guitarrista.
¿Hacia dónde camina la guitarra flamenca?
Parece que hubiera tocado techo, pero no es verdad. Es algo pasajero , que se debe al estirón tan grande que se ha dado en tan poco tiempo. Tal vez estemos algo confusos y debamos recapitular, mirando hacia atrás, para saber de dónde venimos y a dónde vamos.
¿Qué le parecen las fusiones que se están dando con otras músicas?
La fusión depende de la manera en que la lleves a cabo. Yo estoy abierto a las fusiones, lo que si me gusta es que se tenga claro qué es cada cosa. A veces pienso que estamos etiquetando de flamenco algo que no lo es. Simplemente, puede ser un experimento musical. El artista no tiene por qué estar sometido a unas normas tan poco flexibles como son las que tiene el flamenco. Tenemos todo el derecho del mundo a querer salir de ahí.
¿Cómo entiende usted esa salida de lo que es flamenco?
Lo entiendo como una inquietud, como una necesidad artística. Uno no está sordo, ni ciego, no puede eludir la información de todo lo que le llega. El tema está en cómo hace uno la digestión de esa información, y de ello depende lo que salga después. Hay resultados que te gustan más que otros. El flamenco es una música que ha necesitado alimentarse de otras cosas para poder crecer, eso está clarísimo, pero creo que no tiene por qué asimilarlo todo, no sólo en lo que a la música se refiere, sino más allá de ésta. El espíritu del flamenco es muy concreto. Hay cosas que son más asumibles que otras, pero, ¿quién dice lo que es asumible o no? Cada artista se impone a sí mismo sus propios límites. Hay veces que te gusta algo, y no por el mero hecho de que te guste a ti, tiene que ser flamenco. El gusto no es ningún aval. El flamenco está perfectamente estructurado, conformado como música. Tiene un carácter determinado, pero esto no implica otras cosas.
¿Qué opina de las críticas, las lee?
Sí, las leo. Lo que está claro es que lo te digan debe estar argumentado, para lo bueno y para lo malo. De hecho, creo que se puede aprender de una crítica bien fundamentada. Comprendo que la crítica no es fácil, pero tienes que ser muy prudente al opinar sobre otro. Además, creo que los críticos se sienten desbordados y algo paralizados ante la velocidad de los cambios e innovaciones que se están produciendo. En todo caso, lo normal es que el artista esté siempre por encima del crítico.
¿Qué le gusta más, acompañar o tocar en solitario?
Me gusta mucho acompañar. Lo que ocurre es que, cuando acompañas, estás ayudando a que alguien haga su discurso. De la otra manera, tú haces tu propio discurso y, evidentemente, yo prefiero hacer el mío. Aun así, del cante se aprende mucho.
¿A quién le hubiera gustado acompañar?
Me hubiera gustado acompañar a Camarón, a Tomás Pavón, a Caracol... y a algunos más que se me olvidan.
¿De quién se siente orgulloso de haber acompañado?
He acompañado a magníficas figuras del cante y el baile, y con todos he disfrutado y aprendido. Es una suerte.