La cantaora de la familia Amador deja triste al flamenco tras su pronta partida.
Revista La Flamenca. R. De la Villa. 26/10/2020. Foto: Jaime Martínez.
Sin duda alguna, el año 2020 está siendo duro en todos los sentidos, pandemia, cancelaciones de conciertos, cierre de tablaos, grandes del flamenco que se nos van… y este sábado 24 de octubre nos volvía a dar un varapalo, pues a media mañana se silenciaba para siempre el cante de Susana Amador Santiago, “La Susi”.
La voz flamenca femenina de la saga Amador, una de las más populares e importante del flamenco, nos dejaba sin tiempo a despedirnos, por un lado, por las limitaciones de la pandemia, y por otro, por la rapidez con la que el cáncer se la ha llevado.
Gitana alicantina de nacimiento, y sevillana y trianera de adopción y de corazón. Se ha ido discreta, como ella misma fue en vida, pero de forma certera como su cante, pues se ha marchado “Al Alba”, tal y como cantaba a Camarón de la Isla.
Con carácter tímido, cualidad por las que muchos dicen que se frenó su carrera artística. Sin embargo, pienso que es lo que la hacía diferente, y tan al gusto de los aficionados.
Tenía 65 años y por sus genes el arte corría a raudales pues su padre fue el guitarrista José María Amador y su hermano, el también guitarrista, Joaquín Amador.
Con apenas 14 años, con todo lo aprendido de su padre, partió a Madrid junto a su hermano para buscarse la vida en el mundo del arte jondo. En apenas un mes comenzó a pisar los tablaos flamencos más famosos e importantes de la época como Torres Bermejas, Las Brujas…, e incluso llegó a “Los Canasteros”, tablao de Manolo Caracol que no dudó en contratarla al quedar prendado de su cante.
En estos tablaos, que paradójicamente hoy están es serio peligro de extinción, fue donde La Susi encontró parte de sus grandes logros profesionales. Por ejemplo, fue en el tablao Las Brujas, cuando apenas tenía 17 años, cuando el maestro Paco de Lucía le propuso grabar el que sería su primer álbum, cuya producción corrió a cargo del padre de Paco, también productor de Camarón de la Isla.
Sin embargo, su destino estaba escrito en Sevilla, ciudad en la que se asentó toda la familia una vez que su Joaquín Amador de casó con la bailaora Manuela Carrasco, instalándose en Triana desde 1972 hasta su partida.
Tampoco podemos pasar por alto a La Susi que fue apodada como “La Camaronera” durante mucho tiempo. Un nombre que recibió fruto de su pasión por Camarón, a quien acompañó en muchos espectáculos y con el que tuvo la suerte de mantener un mano a mano en 1982.
Lejos de encasillarse en un estilo, se alejó de ello para crear el suyo propio, como la gitana de raza que era de eco áspero, compás cabal, arte a raudales y voz cadenciosa.
Y con este estilo propio consiguió labrarse una extensa discografía que es la gran herencia enciclopédica que nos ha dejado entre la que encontramos trabajos como “La primavera” en 1977; “Al sentirte yo en mis labios” 1979; “Siento la luz” 1980; “Te quiero porque sí” 1981; “De fiesta y luna” 1984; “Larachi” 1985; “Chanelo yo” 1986; “Nuevos horizontes” 1989; “Así soy yo” 1992; “Cultura Jonda XXII. Quince años de flamenco en la voz de La Susi” en 1995; o su último álbum “Agua de mayo” en 2001.
Ha compartido escenario con grandes del arte jondo como Fosforito, Chiquetete, Remedios Amaya, Duquende, Diego Carrasco, Raimundo Amador, José Mercé, Estrella Morente, Miguel Poveda, Remedios Amaya, Carmen Linares, Arcángel, El Pele, Vicente Amigo… ha sido asidua en tablaos, festivales, la Bienal de Flamenco de Sevilla…
Así se ha ido La Susi, tal y como se labró su vida, de forma discreta, sin apenas hacer ruido, pero dejando huella y un vacío grande en el flamenco, en el arte y en la cultura. Hemos perdido a una gran voz gitana de regusto y de melodía cabal, se nos ha ido una leyenda del flamenco.