Web revista La Flamenca Rubén Gonzalez Mate 13/12/2010
Era las cinco en punto de la tarde cuando me empezó a faltar el aliento. Desgraciadamente a esa hora me enteré de algo a lo que sigo sin darle crédito. Llevaba muchos días con un nudo en el estómago pensado que tenía que escribir este artículo. Me pidieron que lo tuviera preparado y, no sé por qué motivo, me negaba a escribirlo. De hecho sigo sin creer que lo esté escribiendo. Cuento las horas que faltan para poder dirigirme a Graná, a despedirme de ese insigne caballero, sereno del cante jondo.
Morente no se merece ninguna llave de oro, ya las tenía todas. Hasta para morirse ha tirado del repertorio lorquiano. Desconozco si le gustaba el té, pero para mí las cinco de la tarde ha pasado a ser un momento de reflexión para el resto de mi vida. Se me va una estrella que me ha guiado por los caminos del cante. Con él he aprendido que la leyenda de los fardos que portaban las partituras del flamenco, según contaba Pericón, era realidad. El cantor del Albayzin se fue a Cádiz en busca de Aurelio, paró en Jerez a recoger a Don Antonio Chacón y el Sernita, y se detuvo en Sevilla a escudriñar el saber profundo de Pepe de la Matrona. Desde allí se dirigió a Madrid a alta velocidad para descubrirnos que Madrid es la corte. Más de cuarenta años ha paseado Enrique Morente por la callé de Alcalá, la cual relucía de una manera especial iluminada por el granaíno. Fue en el Teatro Albéniz, antes de que este coliseo de la cultura madrileña pasara a peor vida, cuando pudo degustar lo mejor que me ha ofrecido Enrique en mucho tiempo, como no, acompañado por Pepe Habichuela.
Creo recordar que la primera vez que lo escuché en directo fue en la Plaza Vieja de Almería, durante su veraniego festival, precisamente en el disco “El pequeño reloj” aparece con el nombre de esa coqueta plaza un registro de esa noche. Le acompañaba Tomatito, al que recuperó tras el fallecimiento de ese otro gran genio que fue Camarón. En los últimos años han sido numerosas las ocasiones en las que he podido recrearme y gozar de lo lindo con su arte. Unas de sus actuaciones en el magnífico Festival de Nimes me permitió escuchar con detenimiento su disco acompañado de Sabicas, pues condujimos desde Barcelona hasta dicha localidad francesa, y también a la vuelta, escudriñándolo una y otra vez. Precisamente hoy, cuando sus restos caminen por las rampas de su barrio natal hacia su sepultura, debería estar cantando en Pamplona, la tierra que vio nacer a Sabicas. Si tengo que definir a Morente en breves palabras, diría que es un ilustrado del flamenco. Su afán por saber más me abruma. La cantidad de poetas a los que se ha acercado, o mejor dicho, que ha acercado a la afición flamenca.
Su inquietud empieza por fijar los conocimientos de las bases del cante para expandirlos hacia latitudes desconocidas. Pat Metheny, Sonic Youth, Omar Faruk , el Coro del Misterio de las Voces Búlgaras, la Orquesta Chekara de Tetuán y un sin fin de artistas de otras culturas que han hecho que el encuentro musical entre ambos hagan de la improvisación una obra de arte maestra. Sin ir más lejos, en el Palau de la Música de Valencia, en compañía de la Orquesta Chekara de Tetuán, nos trasladó al Al-Andalus. Aquello no era un encuentro, sencillamente era música de aquella época. Esa misma noche nos brindó de postre una emotiva reunión en un tablao valenciano, como tantas otras noches en las que ha hecho disfrutar a sus amigos. Este hombre era más que noble, desprendido, generoso. Creo que pocas veces haya dicho no a alguien.
Una de las facetas que más me ha llamado la atención de Enrique ha sido su afán por salir de la ignorancia iletrada de su infancia granadina. Sin duda su acercamiento a los colegiales del Johnny prendió en él la mecha de la sabiduría. En ese Colegio Mayor ha escrito páginas memorables de la historia flamenca. De allí salió detenido en el final de la época oscura de nuestro país, que nada tenía de franca. Cuando despegábamos hacia una época mejor. Entre sus muros se cocinó el origen de una de las editoriales más importantes de lo jondo, cual es Ediciones Demofilo. Su amistad con Blas Vega, Andrés Raya, Francisco Gutiérrez Carbajo y José Luís Ortiz Nuevo alumbró dicho proyecto, del cual Morente es socio fundador. Y que decir del Poeta de Archidona, junto a Ortiz Nuevo, el ronco del Albayzin ha sembrado las noches de las bienales sevillanas y malagueñas de mágicos recuerdos y emotivos ayes. Ha llegado el fin de una persona que será siempre inmortal, ese Omega que ha supuesto el Alfa para las muchas personas que se han cercado a este arte a través de esta sublime grabación. Uno de mis sueños se cumplió en Córdoba en compañía de mi pareja, cuando después de ofrecer un recital de más de una hora llamó a su compadre Antonio Arias, que junto a sus compañeros de Lagartija Nick, recrearon sobre el escenario del Auditorio de la Axerquía este espectáculo que supuso el principio hacia una nueva concepción del arte flamenco. La velada concluyó con un emotivo recuerdo hacia Mickel Jackson, que hacía escasos días que había fallecido, seguro que ahora Enrique le estará cantando al rey del pop.
Tenía pendiente un encuentro con la voz libre del flamenco, como así lo definió su biógrafo Balbino Gutiérrez. Ya había hablado varias veces con él sobre mi tesis doctoral, pero me faltaba hacerle un último interrogatorio. Además nunca me perdonaré que desde la Revista La Flamenca, no publicásemos una entrevista de él. La lluvia suspendió su actuación en Buytrago de Lozoya el pasado verano, por lo que tampoco he visto su última obra. Aunque me queda el consuelo de haber estado con él cuando recibió el Castillete de Oro del pasado Festival Internacional del Cante de las Minas. Menudo recital, con toda su tropa de los últimos tiempos en el escenario, y el señorío de Rafael Riqueni a la guitarra. Ese día Juan Vergillos le daba las gracias al maestro por todo lo que nos ha dado, y nos seguirá dando. Allí en La Unión, donde nunca consiguió clasificarse para la final, pero que paradójicamente cada vez que acudía se entregaba hacia ese público que lo admiraba. Mi querido Paco Paredes tiene mucha culpa de eso. A los escasos días nuevamente lo pude escuchar en el Festival de Almería. Esta tierra, y en especial la Almadraba de Monteleva, ese rinconcito del Cabo de Gata, que tanto le gustaba Siempre estaré agradecido a Alejandro Reyes el que una y otra vez lo tuviera presente en sus programaciones. Que pena que por un problema de salud no pude estar en los actos del cuarenta aniversario flamenco del San Juan Evangelista.
Ahora nos queda su obra, esa magna antología de música flamenca que supone su discografía. Su huella ha quedado igualmente impregnada en sus hijos, Estrella, Soledad y Kiki, que junto a la Pelota, lloran la pérdida de algo más que un padre o un esposo. Maestro de una nueva generación de artistas que se han abierto paso en el difícil mundo y forma del cante flamenco. Arcángel, Poveda, Marina Heredia, David Lagos y un sin fin de artistas que beben de tanto de las fuentes morentianas, como de las de La Niña de los Peines, Manuel Torre, Manolo Caracol y tantos otro genios. Me quedo sentadito en la escalera con mi chaqueta puesta, esperando un porvenir de los ecos morentianos que sin duda irá llegando despacito y a compás.