El maestro de la guitarra deja huérfano el flamenco.
Revista La Flamenca. R. De La Villa 29/8/2022
El pasado sábado 27 de agosto el flamenco recibía un varapalo de los que difícilmente se recompone uno. Nos dejaba el gran Manolo Sanlúcar, el maestro de la guitarra, uno de los grandes tocaores de la segunda mitad del siglo XX, gran compositor… gran flamenco.
Su marcha, sucedida apenas unas horas después de que la Junta de Andalucía iniciara la tramitación del expediente de concesión de la primera Llave de Oro de la Guitarra Flamenca, nos deja un dolor indescriptible. Pero, después de estos dos meses de lucha junto a nuestro compañero Luis Pérez por su iniciativa, en la Revista La Flamenca nos queda la satisfacción de que el maestro tuvo perfecto conocimiento de dicha concesión. También sabemos, a través del artículo publicado ayer en El Mundo por Manuel Martín Martín, que el propio Consejero de Turismo, Cultura y Deportes, don Arturo Bernal, había confirmado a la viuda de Manolo Sanlúcar, durante su visita en el Hospital de Jerez donde el guitarrista estaba ingresado, que la concesión del galardón era un hecho. Y que se había concedido en vida del músico sanluqueño, y no a título póstumo. Ayer mismo, a la salida del funeral de cuerpo presente, la Vicepresidenta del Parlamento Andaluz, Ana Mestre, confirmó lo mismo extraoficialmente a quienes se acercaron a saludarla.
Manuel Muñoz Alcón, un niño prodigio que nació en la localidad gaditana del vino fino, Sanlúcar de Barrameda, en noviembre de 1943. El flamenco formó parte de su ADN desde el día en que nació ya que su padre, Isidro Muñoz, fue un gran aficionado a la guitarra, buscando como maestro a Javier Molina, uno de los guitarristas más importantes de aquella época, y una decisión que marcaría su vida.
Si tuviéramos que marca el punto de partida de Manolo Sanlúcar como artista nos tendríamos que remontar a sus ocho años, cuando ganó un premio junto a un joven cantaor de Sanlúcar. A partir de entonces no dejó de tocar, tanto en fiestas privadas, como en programas de radio, festejos de pueblos… hasta llegar a oídos de Pepe Pinto.
El maestro sevillano quiso conocer de primera mano el toque de este joven Manolo Sanlúcar invitándolo a una prueba cuya audición cautivó tanto a Pinto como a Pastora Pavón. Este fue el inicio de su despegue profesional, pues con solo 14 años y con un sueldo de cincuenta pesetas, Pepe Pinto le facilitó el formar parte del espectáculo de Pepe Marchena, donde le llamaban “Manolito el de Sanlúcar”, apodo que derivó en su nombre artístico definitivo.
Así que su debut fue con la compañía de Marchena en un modesto teatro del pueblo malagueño de Campillos. Aquí estuvo varios años, pasando después por la compañía de Manolo el Malagueño donde tuvo la suerte de conocer a La Paquera de Jerez, una presencia esencial en la vida de Manolo Sanlúcar que él mismo llegó a calificar en más de una ocasión como “una aportación extraordinaria en mi caminar artístico”. Ambos formaron pareja artística durante algunos años, un tándem perfecto el de La Paquera y Manolo Sanlúcar que los llevó a pisar desde los teatros más prestigiosos hasta los pueblos más humildes.
A finales de los años 60 su vida pasó en el Tablao Las Brujas con El Chato de la Isla y los Hermanos Reyes, entre otros, pero inconformista como él solo, nunca se dejó llevar por la desidia del momento, sino que en cada revés buscaba nuevos caminos que le llevaran a revitalizar la guitarra. De hecho en el año 1968, además de contraer matrimonio con Ana María Rencoret Roldán, publicó su primer disco en solitario, “Recital Flamenco”. Un trabajo que vino precedido de otros muchos, junto a su extensa discografía como acompañante, asistiendo a importantes voces como las de Enrique Morente, José Mercé, Carmen Linares, La Macanita…
Un talento, una evolución constante que bien le hizo merecedor de formar parte de la nueva generación de guitarristas, en la que, además de él, estaban Paco de Lucía y Serranito quienes juntos consiguieron armonizar la guitarra flamenca.
Tras su primer disco en solitario en el 1968, hasta el 1973, grabó un total de cinco discos: "Recital Flamenco", "Inspiración" y, sobre todo, los tres volúmenes de "Mundo y Formas de la Guitarra Flamenca", grabación considerada muy importante en el ámbito de la guitarra flamenca de aquellos momentos.
En 1974, continuó su cosecha discográfica con "Sanlúcar", que contenía su gran rumba "Caballo Negro". Se trata de un trabajo que constituyó el inicio de grabaciones para consumo del gran público, fenómeno que nació como respuesta a la irrupción en el mercado español de la música anglosajona. Fue el momento de que la música andaluza llego al exterior, y a tal efecto aparecieron en el mercado títulos como "Candela" (1980) y "Al viento" (1982).
Otra fecha reseñable en la biografía de Manolo Sanlúcar es el año 1978 cuando apareció en el mercado una nueva obra titulada "Fantasía para guitarra y orquesta", consistente en un concierto para guitarra y orquesta que preludiaría una serie de obras en línea con su vocación de compositor. Sin olvidar en el año 1982 el título "Ven y sígueme" que incluyó el cante de El Lebrijano y Rocío Jurado; o en el 1984 un nuevo concierto para guitarra y orquesta titulado "Trebujena".
En el año 1985, por encargo de la Junta de Andalucía editó "Testamento Andaluz" mismo año en el que estrenó en Madrid su versión del drama "Medea", representado por el Ballet Nacional de España. Una obra sinfónica llegó hasta el Metropolitan de Nueva York y que hoy en día sigue siendo uno de los montajes de la historia de la danza.
Una obra muy flamenca de Sanlúcar fue “Tauromagia” publicada en 1988, en su currículum también vemos aportaciones para televisión como la del año 1990 cuando compuso la música de sintonía para Canal Plus, o en el año 1992, cuando Carlos Saura le encomendó la dirección musical de la famosa película “Sevillanas”.
De forma más recientes, y en pleno siglo XXI, Manolo Sanlúcar comenzaba el estrenando siglo editando "Locura de brisa y trino", acompañando la voz de Carmen Linares, donde dejó más que latente que existen otros modos musicales que amplían el horizonte de la guitarra flamenca sin necesidad de dejar a un lado las raíces, lo puro… un año de éxitos este 2000 pues también le dio el Premio Nacional de Música.
Seguimos hablando de éxitos e hitos en la carrera de Manolo Sanlúcar, como que en el año 2005 grabó el Himno de Andalucía; en el 2007 editó su autobiografía “El alma compartida”, una obra que se completó en 2019 con el documental “Manolo Sanlúcar: El legado.”
Uno de sus últimos trabajos vio la luz en 2021, que tras quince años de estudios, tomó el nombre de “La guitarra flamenca, Manolo Sanlúcar”. Una obra realizada en formato audiovisual y actuando la guitarra como conductora de las manifestaciones propias, junto al cante y el baile.
Podríamos escribir páginas y páginas de la contribución de Manolo Sanlúcar al mundo del arte, la cultura, el flamenco… porque su tributo ha sido tal, que a pesar de que hoy el arte jondo se haya quedado huérfano, tenemos la satisfacción de que su obra será eterna. Manolo Sanlúcar, una de las piezas fundamentales para entender la evolución de la guitarra flamenca desde la última mitad del siglo XX, caminando siempre entre la pureza y la vanguardia.
Por todo ello, hoy más que nunca, alzamos nuestra voz para que Manolo Sanlúcar, ya tristemente,
desaparecido, reciba de una vez esa primera Llave de Oro de la Guitarra Flamenca.
Colguemos crespón negro en los bordones de las guitarras de todo el mundo, el flamenco se queda huérfano, la guitarra pierde un gran referente, el arte y la cultura lloran el adiós de Manolo Sanlúcar.