Web Revista La Flamenca: 25/4/2013
El último eslabón de los Mairena
No porque se espere duele menos la pérdida, Manuel aportó con su voz la herencia del cante gitano-andaluz de la baja Andalucía como decía su hermano Antonio. Era un artista que transmitía, quizá más que Antonio Mairena, conocedor del cante y su pureza no conoció toda la gloria y el reconocimiento, pero su labor en el flamenco ha aportado mucho más que otros cantaores más largos. Él heredó el cante rancio, se apoyó en palos más pesados y peleones como la soleá, seguiriya, martinete, toná, tangos, fandangos ó romances. Palos fuertes en los Mairena, que nadie como ellos entendían y lucían en sus voces. Pero Manuel tenía su fuerte, la saeta, creada para su voz y ejecutada por el cantaor con un valor artístico incomparable, hermosa y dolida, flamenca y pura.
Se formó en la escuela de cante para bailar Enrique el Cojo a principios de los años cincuenta y diez años más tarde comenzó a despegar con giras internacionales sustituyendo a Pepe de la Matrona, también fué la voz por esa época del baile de María Rosa y Manuela Vargas. Recibió su primer galardón flamenco en su tierra Mairena del Alcor, en el III Concurso de Cante Jondo, que reconoció su talento con la Antorcha del Cante. Comenzó a ser un asiduo de los concurso de cante en los años sesenta y setenta, y se alzó con el Premio Tomás Pavón del Concurso Nacional de Córdoba. En 1984 se coronó con la distinción más que merecida "Compás del Cante" por su trayectoria impecable, sin la presencia de su hermano Antonio, fallecido un año antes, y reclama el trono de la Casa de los Mairena.
Su sensibilidad le marcó mucho su carrera profesional, ha ido y venido desde los años ochenta, a veces incluso se negaba a asistir a los eventos flamencos. Y es que, tras la muerte de su hermano Antonio, con el que nunca tuvo rivalidad, sino un gran orgullo familiar y flamenco, a Manuel le ha faltado la motivación en algunas ocasiones y el aliento de quien fue su maestro; cuando Manuel comenzó a cantar, Antonio ya estaba consagrado, era la referencia de la época y el cantaor más grande y completo de su tiempo. El espejo donde mirarse y la sabiduría de su propia sangre lo dejó huérfano, pero no lo desanimó, ya que su gloria llegaría años más tarde con su saeta y su dolor. Este palo lo ha llevado a ser una referencia, Manuel Mairena es uno de los mejores saeteros de la historia del cante flamenco, fue, es y será; no hay temporalidad en su labor saetera eterna, haciéndole sombra incluso al sevillano Manuel Centeno, otro gran intérprete de este complejo canto flamenco religioso. Bebió de las fuentes de los Pavón, Juan Talega o Joaquín el de la Paula sin olvidar a su hermano Antonio, heredero del cante de Manuel Torre.
Su discografía no es extensa ni mucho menos, Manuel no ha sido cantaor de antología y cátedra como Antonio, pero ha sido creador de grandes momentos únicos en el flamenco. Podemos encontrar de interés su trabajo discográfico grabado en 1997 "Vía Crucis de Manuel Mairena" con 15 saetas. Anterior a esta obra musical muy conseguida, está una colaboración con su hermano Antonio y Juan Talega por tonás y martinetes junto al guitarrista Niño Ricardo. En el año 1969 se edita "La antorcha del cante", mismo año que Utrera le rinde homenaje en su afamado "Potaje gitano". Después vendrán otras joyas como "Mi cante", "Mi saeta gitana" donde graba su estilo personal de saeta basándose en el Niño Gloria y su hermano Antonio Mairena, y "Fandango" con cuatro estilos diferentes.
Así Manuel pasa a los años noventa, años de goce artístico y de labor extensa para recuperar cantes como la toná-liviana, y otros tantos, cuyo trabajo comenzó su hermano; que dejó una escuela para estudiar, aprender y no olvidar el cante flamenco gitano. A finales de esta década Manuel ya comienza a tener problemas de salud con sus cuerdas vocales, y a partir de aquí el destino le tiene preparado numerosas luchas que va ganando poco a poco pero sin llegar a la victoria. Al cantaor de Mairena le cuesta ya afrontar el mundo profesional con pasión y valor, y en el año 2002 se va apagando su voz lentamente por culpa de su enfermedad. El último reconocimiento vino de la mano del Ayuntamiento de Mairena del Alcor concediéndole en 2011 la Medalla de Oro de la Villa.
El mundo del flamenco hoy quiere reseñar el buen hacer de este artista sevillano, heredero de una de las estirpes cantaoras gitanas más valiosas de la historia del cante flamenco. El último eslabón del "mairenismo" nos ha dejado un vacío que no es reemplazable; se ha quedado solo el trono de la Casa de los Mairena. Pero nos queda el eco de sus saetas, de su cante grande y eterno; de Antonio, de Curro y ahora de Manuel Cruz García, juntos para la eternidad. Desde aquí queremos acompañarle en este último viaje. Descanse en paz.
Ya no hay raza pura
ni su sangre esta viva
no hay luz en la fragua
y su trono solo tirita.
Que se han ido los Mairena
los gitanos Cruz García
herederos de cante flamenco
compás, fuerza y sabiduría.
Ya se cierra la Casa
no late la dinastía
su saeta queda en la tierra
y Manuel al cielo camina.