"Yo intento hacer los cantes a media voz, que es como duelen. Esa es la hondura. Porque el cante no es ni de gritos ni pa sordos. El cante hay que hacerlo caricia honda, pellizco chico. El que se pone a dar voces, ese no sirve...", así hablaba sobre su arte Manuel Ortega Juárez, conocido artísticamente como Manolo Caracol. Nació en Sevilla en 1910 y provenía de una larga estirpe flamenca que comenzaba con su tatarabuelo "El Planeta". Su debut artístico tuvo lugar a los 12 años en el Concurso de Cante Jondo de Granada, organizado por Federico García Lorca entre otros. Manolito Ortega, que desde entonces comenzó a llamarse el Niño de Caracol, ganó el primer premio de este concurso que consistía en la cantidad de mil pesetas. A partir de ahí lo contrataron de inmediato para algunos espectáculos, pero aquella primera etapa la vivió dedicado casi en exclusiva a las fiestas privadas, que podían durar más de un día. Durante la guerra civil española las fiestas casi desaparecieron, y Caracol se dedicó fundamentalmente al teatro como medio de supervivencia. De ahí surgió la estampa escenificada, obra de su genio heterodoxo y que él llevaría junto a Lola Flores a su más alta expresión, a partir de 1943, cuando los dos excepcionales artistas se encontraron y comenzaron a trabajar juntos. Títulos como La Niña de Fuego o La Salvaora dieron la vuelta al mundo.
A partir de 1963 el cantaor inaugura una nueva época en su vida con la apertura del tablao flamenco Los Canasteros, en Madrid. A partir de entonces, Caracol sólo quiso cantar allí y, en contadas ocasiones se le vio en grandes festivales o reuniones de flamenco. Por Los Canasteros pasaron los mejores artistas del momento como Pastora Imperio, La Niña de los Peines, Juanito Valderrama, Pepe Pinto, Pepe Marchena...
Su voz se apagó en el de en un accidente de tráfico a los 63 años. En su época se le consideró un cantaor atrevido al acompañar sus cantes con piano u orquesta, el mismo decía: "No he copiado a nadie. Yo he hecho un teatro, yo he creado una escuela, y yo lo que canto es mío y no me parezco a nadie. Malo, bueno, regular, peor, es de Manolo Caracol... La escuela mía es una escuela muy rara".
Desde 1991 las mismas columnas de la sevillana plaza de Hércules que vieron nacer a Manolo Caracol custodian la escultura que la ciudad le dedicó a este genial cantaor. El monumento, obra del prestigioso escultor e imaginero Sebastián Santos Calero, se construyó a iniciativa del crítico de flamenco José Antonio Blázquez y representa al genio sevillano sentado en una silla durante un momento de inspiración de su cante. En los últimos meses la escultura ha sido retirada por motivos de obras y se encuentra guardada en La casa de la sirena, también en Sevilla; donde espera ansiosa volver a presidir la plaza que escuchó los primeros ecos del artista.
Texto: Yessica Brea / Foto: Yessica Brea