
El pasado día 10 de Diciembre, Jerez saldaba su deuda con Francisca Méndez Garrido, Paquera de Jerez. Lo hacía inaugurando un monumento en su honor en la Plazuela de la Yedra, uno de los lugares jerezanos más emblemáticos. La Paquera nació en este mismo barrio en el año 1934 en el seno de una familia de tradición cantaora. Desde pequeña demostró sus habilidades y por ello sus padres decidieron quitarla de la escuela para que ayudara económicamente a la familia cantando en reuniones. Muy joven estrenó el espectáculo España por bulerías que le llevaría por todos los rincones del país demostrando el dominio del compás y la fuerza que solo ella tenía cantando fiesta. A partir de entonces no paró de cosechar éxitos rodeada siempre por figuras de primera como Farruco, Chocolate o Parrilla de Jerez. Fueron muchos los discos que grabó en los que interpretó mayormente bulerías, soleás, fandangos y saetas. El primero de ellos fue lanzado en pizarra en 1957 y hoy en día en una pieza única de coleccionistas. Manuel Ríos Ruiz dijo de ella que era “un fenómeno natural, una yema hirviendo que, de siglo en siglo, brota en la cepa del cante: ese eco que se nos queda clavado como una estaca en el entrecejo, una inefable sonería flamenquísima e incomparable, única, en cada salía, tercio y remate”.
Ahora su barrio puede volver a disfrutar de la imagen de su cantaora gracias al monumento que el escultor sevillano Sebastián Santos Calero ha modelado a petición del Ayuntamiento jerezano. La obra muestra a una Paquera en bronce de más de dos metros con una pose característica de su cante. Santos ha tratado de representar el poderío y la fuerza de esta mujer irrepetible. Además, a la majestuosidad de la escultura hay que sumar el espectacular enclave de ésta. La puerta de la barroca Ermita de la Yedra le hace de marco y los balcones de las casas cercanas parecen asistir como palcos invitados para escuchar su cante.
El día de la inauguración del monumento todo el barrio de echó a la calle y muchos de los artistas locales como Paco Cepero o Manuel Moneo quisieron asistir para acompañar a la Familia Méndez. Las fachadas de las casa cercanas se engalanaron con mantones y ni el frío impidió que sus admiradores acudieran para ponerle a sus pies numerosos ramos de flores. Como era de esperar, tras las palabras emocionadas de la representante del gobierno de la ciudad, comenzaron a sonar las palmas por bulerías y la voz de una de las hermanas de la Paquera se arrancó con una de sus coplas memorables: “de la casta de los Méndez, mi voz es un torreón”.
Texto: Yessica Brea