Web Revista la Flamenca: 23/05/2013
La guitarra ha enmudecido, las cuatro cuerdas nunca sonarán igual. Luto en el flamenco por la muerte del Niño Miguel, o lo que es lo mismo, Miguel Vega de la Cruz, para muchos el mejor guitarrista de todos los tiempos.
Muchas vicisitudes y avatares y muchas tragedias en la vida de quien pudo llegar a lo más alto y acabó cantando con tres cuerdas y por cuatro perras por las calles de Huelva.
Su enfermedad consiguió complicarle tanto la vida que acabó mal, muy mal y éramos muchos los que les ayudamos para que tocara por las terrazas. Él siempre decía: "para comprar cuerdas para la guitarra", que la llevaba con tres o cuatro, pero nunca lo cumplía. Pero eso fue después de una buena etapa, en la que llegó a ser reconocido por muchos y en la que incluso Paco de Lucía le calificó como "el mejor".
Miguel Vega de la Cruz, el gran guitarrista nació en la casa de otro grande, El Tomate, en 1952. Desde niño ya rondaba las tabernas y tascas de la ciudad y ya rasgueaba con arte. En los años 70 se dio a conocer, sobre todo a partir de 1973 cuando ganó en la peña Los Cernícalos de Jerez el Premio Nacional de guitarra. Hasta en TVE tuvo su propio espacio en el mítico programa Raíces.
A pesar de que fue muy prolífico en conciertos, tan sólo grabó dos discos, 'La guitarra del Niño Miguel' y 'Diferente', reeditados en 1999 bajo el nombre de 'Grabaciones históricas. El flamenco es universal. Niño Miguel'.
En 2007 se estrenó un gran documental realizado por Benoit Bodlet y Chechu García Berlanga, donde aparecen imágenes del Niño Miguel y ya en 2009 le hicieron uno específico, llamado 'La sombra de las cuerdas' con toda su realidad y contando su auténtica historia. El propio Miguel estuvo en su presentación durante el Festival Iberoamericano de ese año. Ahí se recogen testimonios de artistas como Paco de Lucía, Tomatito, Rafael Riquelme o Enrique Morente, además de miembros de su familia.
No lo tuvo fácil Miguel, su enfermedad acabó poco a poco con su carrera, pero cuando estaba inspirado, en cualquier momento, paseando por Huelva con una guitarra de tres cuerdas, se le podía escuchar interpretar algunas piezas que hubieran sido dignas de grabar y dejar para la posteridad para dar testimonio fiel de su grandeza, de su maestría a la hora de tocar como nadie, de sacar el mayor partido a la guitarra. Él tenía el arte y por eso improvisaba como nadie y se dejaba llevar poseído por un ritmo y un compás que pocos alcanzan.
Lloran hoy por su muerte desde todos los rincones del mundo y muchos descubrirán que fue grande, sencillo y con mala suerte, como muchos mitos. Hace unos tres años que vivía un poco mejor porque entre familiares y amigos consiguieron su ingreso en una residencia en el pueblo de Tharsis. E incluso hizo las paces con su hijo Angel, que lo adora.
En 2011 en el mes de noviembre, el mundo del flamenco le rindió homenaje en Sevilla, e incluso él mismo subió al escenario y fue sublime su interpretación, que quedará en la memoria de los elegidos para estar allí. Algunos espectáculos más le sirvieron para recordarle que la gente le quería y le permitió una mejoría. Era increíble que estuviera tan mal de salud pero es que a él eso nunca le importó. Su guitarra era la novia, la amante, la amiga y la confidente y un rasgueo le acompañará ahora donde quiera que vaya.
En 2007 la ciudad de Huelva le rindió un homenaje, otorgando su nombre a la plaza donde se encuentra la peña flamenca de la Orden. A su muerte, en la peña flamenca de Huelva le han organizado la capilla ardiente.
Pero la muerte del Niño Miguel es sólo de su cuerpo, su alma y su genio pervivirán para siempre en la historia del flamenco. Desde aquí deseamos que tenga la paz completa en su alma y le dedicamos estas palabras con el corazón roto por el dolor de una vida que podía haber sido menos dolorosa.
Descansa Niño junto a tu guitarra y toca en el cielo para que los ángeles sepan lo que es el flamenco puro. Allí te sabrán encontrar las cuerdas que necesita tu guitarra y no tendrás que pedir nada, sabrán de tus necesidades y estarás tranquilo y en paz.
Descanse en paz