Con él se cierra una generación legendaria del arte jondo granadino, quedando como legado su farruca y sus alegrías, joyas de la danza flamenca.
Revista La Flamenca. R. De la Villa. 13/9/2022
Este 12 de octubre tristemente estará señalado en el calendario por la muerte de Manuel Santiago Maya, “Manolete”. A los 77 años de edad, sus pulmones no han resistido una nueva embestida y esta figura legendaria del baile de Granada nos ha dejado, desapareciendo con él una importante generación del arte jondo granadino.
“Manolete”, nació en el 15 de octubre de 1945 en las Cuevas del Sacromente en Granada, junto a la Venta El Gallo. Un lugar sobrado de arte y compás, como la saga a la que pertenece, una de las más flamencas, la de los Maya.
Es indiscutible que por su sangre corre el gen del arte jondo, contando en su crianza con las enseñanzas de su abuelo, el guitarrista Juan Maya Fajardo, o la de sus hermanos Marote y Pepe Maya.
Si embargo, Manolete se desvió por el baile flamenco, iniciándose en esta materia con apenas 7 años. Un poco más tarde empezó a ser habitual en tablaos andaluces, hasta que con 15 años decidió trasladarse a Madrid, en la época de máximo apogeo de dichos tablaos en la capital de España y donde desplegó su arte en la Villa y Corte.
Fue en la década de los años 70 cuando se consolidó como bailaor, lo que le llevó a girar por países del norte y del sur de América y toda Europa con las figuras de esa época como Manuela Vargas, La Chunga, María Albaicín…. Algo que combinó con la formación del grupo Los Cabales, en el que participaron Faiquillo, Loli Núñez y Carmen Heredia.
En los años 80 vivió una época de esplendor, primeramente, entre 1980 y 1981, formando parte del elenco del Ballet Nacional de España bajo la dirección de Antonio Gades como solista y especialista en flamenco, compartiendo, además, escenario con El Güito y Cristina Hoyos. Seguidamente, en el 1982 realizó una de las giras flamencas que más repercusión ha tenido en Japón con su propia compañía. Y un poco más tarde, en 1987 estrenó en el Ballet Nacional de España, bajo la dirección de José Antonio, el papel de Mercucho.
Hasta los años 90 estuvo dando clases y trabajando de forma asidua por Japón, reapareciendo de nuevo en Madrid en 1991, concretamente en el Teatro Apolo, donde público y crítica lo acogió con muchas ganas y éxito.
En el 1996 estrenó El amor brujo de Manuel de Falla en el Teatro Grec de Barcelona, El Teatro Maestranza de Sevilla y El Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Una obra que vino seguida de diferentes creaciones coreográficas propias de gran éxito a lo largo de su carrera, por ejemplo, en 1997 estrenó una de las joyas del baile flamenco “Flamenco soy”, obra que repuso en la clausura de la IX Bienal de Sevilla. En 1998 presentó “Latido flamenco” para el ballet andaluz, dirigido por José Antonio, y en 1999 junto a Eduardo Serrano “El Guito”, creó el espectáculo “Puro Jondo”, ambas, importantes éxitos con sello propio de Manolete. Sus últimas obras más relevantes han sido “Sólo flamenco” en el 2000, que presentó en la Bienal de Sevilla junto a El Güito, y “Mi camino” estrenada en 2001.
Otro gran proyecto que erigió Manolete en 2009 fue su Escuela Internacional de Flamenco Manolete, La Chumbera, un centro de formación que actualmente dirigía junto a su hija Judea Maya.
Dicho centro, ha sido y será siempre su gran joya, espacio donde, desde su creación, ha ofrecido una formación permanente de danza flamenca en todos sus niveles, aunando el curso académico y una amplia oferta de cursos especiales, clases magistrales y cursos de verano, que han sido impartidos destacados profesionales del mundo del flamenco, como Manuela Carrasco, Farruquito, El Guito, Isabel Bayón, Juana Amaya, Pastora Galván, Manuel Reyes, Antonio “El Pipa”, Juan Ramírez, Manuel Liñán y Carmela Greco…
Gracias a él, aunque hoy lloremos su pérdida, la impronta de Manolete seguirá viva cada día en los escenarios de todo el mundo pues ha sido maestro de maestros, y son muchos los que siguen sus pasos. Y así lo corroboran también los importantes reconocimientos que ha recibido en vida como la Medalla de Oro de Granada, el Premio Nacional de Danza o el Premio de la Asociación de Profesores de la Danza y el Flamenco.
Un bailaor único que ha ido plantando su propia cosecha que sigue dando sus frutos, pues así se ha encargado de conservar hasta el final de sus días. Eso lo tenía muy claro Manolete, a quien la crítica calificó su farruca y sus alegrías, como joyas de la danza flamenca, y así lo reafirmaba hace unos años en una entrevista que tuvimos la suerte de realizarle desde Revista La Flamenca, quien a la pregunta de “¿Tiene previsto jubilarse algún día?” Contestó rotundamente con un “¡Qué va! Los flamencos no nos jubilamos. Mis proyectos de futuro son seguir formando figuras del baile, como lo he hecho hasta ahora, para que el flamenco siempre esté presente y el maestro Manolete, también”.
Por eso este 12 de octubre nunca será un adiós, pues el baile de Manolete siempre estará presente.