Revista La Flamenca: Revista nº 17 / año 2006 Septiembre Octubre Fotos: Carles Llull
Teniendo aptitud, cualidades, ganas... El secreto está en estudiar. ¿Por qué para ser medico, arquitecto, barrendero o maestro de albañil hay que aprender un oficio, y para ser cantaor de flamenco no?. Esta es la reflexión en voz alta de quienes ven en los jóvenes artistas de hoy, poca afición al cante y mucha al dinero que ganan con la misma facilidad que otros que, siendo cien veces mejores que ellos, padecieron hambre crónica de la de la que ya no existe. ¿Qué cantaores profesionales saben hoy más de cinco estilos por soleá y seguiriya? ¿Quiénes conoce su profesión? Muy pocos. En esa reputada pero reducida lista, aparece en lugar preferente Miguel Poveda (Badalona, 1973), un cantaor que goza del respeto de los aficionados, de sus compañeros, de los programadores y de la crítica formal, que respeta incluso sus devaneos extra-flamencos. Y eso no es porque sí. En este mundillo se desinflan, más pronto que tarde, los falsos divos que eligen el camino corto y sencillo del peloteo a las administraciones públicas y la prensa distraída. Poveda ha sido serio desde el principio, y eso lo reflejará la historia.
Hace más de una década de tu hazaña en el concurso de La Unión. ¿De qué te sirvieron los cuatro premios que conquistaste? ¿Ves futuros valores entre quienes se presentan en la actualidad, o piensas que ya no salen cantaores con proyección entre los ganadores?
Ganar en La Unión fue muy importante para mí. Le tengo mucho aprecio a ese concurso porque fue mi lanzamiento. Pero después había que currárselo. De todas formas, a mí me tocaron vivir otros tiempos en ese concurso, porque otros que habían ganado anteriormente, siendo buenos cantaores tuvieron que volver a sus trabajos, o al tablao. Por eso pienso que después de ganar un premio, hay que demostrar el peso especifico que uno tiene.
Eres payo y catalán. Naciste en Badalona en 1973. Muchos deben pensar que, a tantos kilómetros de distancia, debe ser dificilísimo llegar a donde estas llegando ... ¿De donde viene tu interés por el cante?
La distancia no es un problema. Badalona no es Munich. Y ser payo, para mí nunca fue un impedimento. Se sabe cantar o no se sabe cantar. Además, en esa época de mi niñez había cien peñas nada más que en Badalona. Después mi madre cantaba mucho, pero no flamenco. Cuando me di cuenta de que me gustaba mucho cantar, y que era a lo que me quería dedicar profesionalmente, fui y se lo dije a ella: "Mamá me gusta cantar, quiero cantar".
Rastreando en nuestro archivo, hemos encontrado las primeras pistas sobre ti hacia 1987. ¿Cómo empezaste a estudiar? ¿De qué fuentes bebiste?
Bebí de todos los que había que beber. Me fijé en Pastora, en Tomás, en Mairena, en Caracol, en Marchena, en El Carbonerillo. Escuchaba mucho cante. A finales de los ochenta, es la época en la que empezaba en las peñas de Badalona. A la afición de allí le debo muchísimo.
Antes de debutar en el mercado discográfico, lo hiciste en el cine. ¿Cómo surgió tú incursión en La Teta y La Luna y que sensación te quedó de aquello?
Fue todo muy rápido después de ganar en La Unión. Eran todo sorpresas. No me arrepiento de esta experiencia, porque pude conocer a un estupendo personaje como Bigas Luna. Pero era un sacrificio enorme tener que levantarme supertemprano para rodar, esperar en la caravana hasta que te tocase. Estuvo muy bien, porque conocí a un equipo de más de cien personas extraordinarias. Lo que sucedía es que yo entonces sólo quería cantar y lo pasaba fatal viendo que no terminaban de llamarme. Hasta un tiempo después de La Unión no comenzó a ir mejor la cosa.
Tu primer disco de estudio fue Viento del Este. Lo puse el otro día, porque hacía años que no lo escuchaba, y me sigue pareciendo una joya. Como tras la primera escucha allá por 1995. ¿Qué le ves de bueno y de malo con el paso del tiempo?
Para mí, durante mucho tiempo, fue todo lo contrario de lo que tú dices. Todo, menos una joya. Es un disco con muchos fallos en la producción, que era malísima. Por ejemplo, había guitarras que se grabaron y que no están en el disco. Cuando me propusieron hacerlo, yo no quería grabar. Tenía sólo 20 años y no me encontraba preparado para esa responsabilidad. Tuvieron que convencerme. Pero ya te digo, durante años lo he tenido casi despreciado.
Bueno, hablas de una mala producción en cuanto a grabación, arreglos... Quizás estés molesto con detalles de la de propia facturación del disco. No obstante, hay bastante de ese peso específico del que hablabas. Hay una selección de cantes bastante interesante, una buena interpretación...
Bueno, es un disco de flamenco tradicional. Estaban las guitarras del maestro Juan Habichuela, de Moraíto, El Califa... y, aunque yo estaba empezando y no sabía nada de lo que puedo saber hoy, lo que se hace tampoco está tan mal. En fin, algo bastante digno para lo que se estaba haciendo en ese momento.
Desde el principio supiste mantenerte casi al margen de las fusiones. Ahora que casi ha pasado la moda de mezclar el flamenco con otras músicas, y que casi todos parecen querer volver al flamenco más tradicional... ¿Qué ha significado para ti todo ese rollo del flamenco fusión, desde esa postura de aparente insumisión a dicha corriente?
Durante ese periodo se han hecho muchas horteradas. Yo mismo las he hecho. Ten en cuenta que grabe mi primer disco con Nuevos Medios, que era la discográfica que abanderó todo ese rollo. Hay muchas cosas en mi discografía, que fueron por ese camino, con las que estoy descontento. En ese sentido, hay que ser más serio y pensar las cosas dos veces antes de hacerla. Pasado el tiempo pueden darte vergüenza.
París, Amberes, Bologna, Palestina, Japón, Edimburgo, Cerdeña... ¿De verdad se valora el flamenco tal y como nosotros lo entendemos o eso es un rollo macabeo?
Por ahí fuera tratan al flamenco muchísimo mejor que aquí. Nos años de ventaja en esa cuestión. Por eso, cuando veo que se maltrata a los extranjeros que vienen a conocer nuestra música, me da mucha rabia. De todos modos, aquí el flamenco está demasiado infravalorado. Es sorprendente que para muchos siga siendo una música inferior. Yo he tenido la suerte de llevarlo al Teatro Real o al Liceo, donde estuvimos hace pocos días, y es muy jodido ver como quienes asisten a estas salas asiduamente te miran por encima del hombro. Desconocen que el flamenco ha sido estudiado por los músicos más importantes, y aún así, sigue siendo una incógnita.
¿Qué has encontrado en Lorca, Alberti, Salinas, Gerardo Diego... los poetas de la Generación del 27?
Una forma de expresión. Esa generación es riquísima. Comencé a cantarlos porque en 1997 producimos un espectáculo para un seminario que organizó la Universidad de Bologna sobre García Lorca y los poetas que conformaban el grupo de esa Generación, y a partir de ahí surgió el disco de los poemas del exilio de Alberti en 2003 con Enric Palomar.
¿Y lo de cantar en catalán? Parece que ha sido un éxito por tu tierra, donde sigues con la gira de tu anterior disco, Desgalç.
Empecé con una cosa de Jacint Verdaguer, y a partir de ahí fuimos montando el resto: Mercé Marçal, Barceló, Ferrater, Cassases... todo con música de Enric Palomar, José Reinoso o Chicuelo. El catalán es otra lengua que conozco y hablo, y era interesante interpretar a estos poetas. La verdad es que está teniendo bastante aceptación en toda la zona de Cataluña y Valencia, y siguen saliendo fechas.
Te hemos visto triunfar en el Festival de Puente Genil, en un cartel cargado de cantaores. Ocho contigo. Ser el artista más destacado frente a figuras consagradas como Menese, Pansequito o Fosforito, y jóvenes aventajados como Arcángel no es un huevo que se echa a freír. ¿Notas esa distancia que sacas a los cantaores de tú edad?
No puedo contestarte a esa pregunta. Si tú lo piensas así, muchas gracias.
Lo entiendo. Disculpa la indiscreción de la pregunta. Háblame de tu nuevo trabajo discográfico. ¿Qué has querido que signifique para el oyente Tierra de Calma?
Tierra de Calma es mi situación actual. Calma, después de la tormenta de mis discos anteriores, que estaban orientados a otros terrenos musicales. No había dejado de ser cantaor, pero quería volver hacer un disco de flamenco tradicional. En ese sentido, no sabía lo que quería hacer, pero sí lo que no quería hacer. Han sido muchas horas de charla y trabajo con Juan Carlos Romero hasta conseguir darle forma al disco.
Se levantó mucha expectación cuando supimos que Juan Carlos iba a encargarse de la producción, además de acompañarte a la guitarra. Pero ¿qué tal con Chicuelo?. El siempre te acompañaba en directo, en las grabaciones...
Chicuelo es un gran amigo, un compañero del alma. No quiero que se entienda que estamos disgustados. El sabe que no es así, pero me gustaría que todo el mundo supiese que con Chicuelo no pasa nada ni ha pasado nada. En Puente Genil, por ejemplo, no estuvo conmigo porque tenía otra cosa apalabrada anteriormente. Y en cuanto al disco, lo que sucede es que en este momento me apetecía cambiar de dirección, de guitarra y me atraía bastante el trabajo de Juan Carlos. Pero nada, de verdad. A Chicuelo y a mi nos quedan muchas cosas por hacer. Muchas galas y discos juntos.
Si bien no abusas de la intrumentación en Tierra de Calma, tampoco prescindes de las colaboraciones. Cuentas con Moraito, Diego Carrasco y David Peña Dorantes ¿Qué necesitabas de cada uno para esta obra?
Moraíto siempre ha estado conmigo, en mis discos. Yo soy muy de Jerez. He vivido allí incluso. Y con Diego Carrasco, Morao conecta muy bien. Ambos son del Barrio de Santiago y se conocen de siempre. Por otro lado, yo conozco a Diego y estamos coincidiendo en Arena de Israel Galván, donde los dos participamos. Me apetecía que ambos estuvieran juntos en Alfileres de Colores, la bulería de los toreros. Me encanta como ha quedado. Y con David Peña hemos hecho unas sevillanas. Le encargué a Juan Carlos que hiciera algo por ahí, porque tengo mucho que agradecerle a Sevilla. De las cuatro, hay dos que son más flamencas, en clara referencia a Triana; y dos más populares, que representan a Sevilla. Por eso se titula "Y en medio el río". El piano de Dorantes era el adecuado para este arreglo.
Además de los cantes festeros, incluyes una farruca, una malagueña... pero háblame de los cantes por toná, soleá y seguirya que llevas en el disco...
La toná es el Canto de las lamentaciones que ya había grabado Carmen Linares, con letra de Ortiz Nuevo. La soleá lleva también letra de José Luis y se llama Náufragos del Hambre. Trata la tragedia de los inmigrantes que están llegando a España. Incluye un grito de desesperación al final, muy ilustrativo. Y la música seguiriya es obra de Juan Carlos Romero. Hay que crear nuevos estilos.
Ahora estarás de promoción, continúas con los conciertos, los recitales, grabaciones en discos de otros artistas, pero ¿qué orientación pretendes darle a tu carrera y a tu vida a corto y largo plazo?
Sólo me interesa seguir haciendo mis cosas, de la forma que me gusta. Ahora vivo aquí en Sevilla. Me encanta el sur, aunque los atascos son los mismos en todos sitios. Acabo de sacarme el carné de conducir y lo estoy viviendo en primera persona. Es un caos. Pero me siento muy bien aquí. La ciudad me ha acogido estupendamente y por eso lo de grabar unas sevillanas. Tengo mucho que agradecerle a Sevilla.