“Lo que más me gusta en el mundo es el cante ortodoxo, aunque me gusta estar atento a la evolución del flamenco”. El jovencísimo cantaor nos descubre sus ideas y su sentir en torno al cante de nuestros días.
Revista La Flamenca. Luis Pérez. 28/03/2022. Fotos: Rafael Agarrado
Aún resuenan secos los oles en el florido patio de la Peña Flamenca Torres Macarena de Sevilla. Siempre es bueno escoger bien. Y, acompañado con maestría por Manuel Delgado El Chino Brenes, Pedro Montoya Chanquita (Jerez de la Frontera, 2003) eligió el templo sagrado de la calle Torrijiano para darse a conocer delante de la afición más cabal que existe. Aquella que sabe perfectamente dónde está su sitio un domingo sevillano de primavera. Me dirá usted. Paseando a la vera del Guadalquivir. No. De tapas por el centro. Camino de casa con un pollo asado y el periódico bajo el brazo. Negativo. Vamos a escuchar a ese niño de Jerez, a ver cómo respira. A la hora de almorzar. Mismamente.
Y mereció la pena, desde luego. Solo hay que echar un vistazo a las redes sociales, que entraron en efervescencia esa misma tarde del seis de marzo de 2022. Miles de visitas en YouTube para el vídeo de esa insolente tanda de seguiriyas rematada con la cabal de Silverio. No es habitual, tratándose de cante jondo.
Pedro, enhorabuena por tu éxito. Cuéntanos, ¿cómo te encuentras?
Pues muy contento, Luis, imagínate. Para mí era una responsabilidad muy grande venir a Sevilla, a esta peña donde han cantado y bailado los más grandes. Y donde, por encima de todo, se sabe escuchar. Y luego, la gente ha respondido fenomenal en las redes sociales. Y ya no te digo nada en Jerez, todo el mundo parándome. Estoy en una nube, flipando. Siento como que la lucha y los sacrificios de estos tres últimos años van dando sus frutos.
Háblanos de tu primer recuerdo flamenco.
Mi primer recuerdo es en mi casa, con mis padres, hermanos, abuelos, y mi tío Juan con la guitarra. Mi padre Luis, que es autor de flamenco. En definitiva, todos cantamos y bailamos, unos más y otros menos, es una casa muy flamenca. Esas reuniones son el primer recuerdo de mi infancia. Lo que sí es verdad es que yo salí cantando desde el primer momento. Desde muy chico lo sentía dentro de mí, como que el cante me llamaba. Y en mi casa he tenido la oportunidad de vivirlo a diario.
Te llamas Pedro Montoya Junquera. En un cantaor jerezano, eso huele de lejos a canela y a clavo, a sagas muy importantes en la historia del flamenco. ¿De dónde viene lo de Chanquita?
Chanquita era mi abuelo paterno, Luis Montoya Carrasco, de la calle Nueva. Era un trabajador del campo, como otros muchos gitanos del barrio de Santiago. Todos dicen que tenía mucho arte, y que me parezco muchísimo a él, tanto en el físico, como en la manera de ser. El primero en llevar el apodo fue mi bisabuelo, Luis Montoya Loreto El Chanca. Así apodaban en las gañanías a los que llevaban el cántaro de agua a los trabajadores. Y ese es el apodo familiar, que yo llevo con orgullo.
Como bien dices, en Jerez todos los flamencos somos familia. Por parte de mi padre, todos eran de la calle Nueva y de la calle Cantarería, en Santiago. Somos parientes de los Jero, de José Mercé, los Paula, los Sordera, la Paquera… Y por línea materna, de la calle la Sangre y la calle Álamos. Familia de Moraíto Chico, de Luis de la Pica, José Vargas el Mono, Terremoto, Tío Borrico, el Sernita…
La primera vez que te subiste a un escenario.
Fue en Jerez, en el Tabanco del Pasaje, donde canté por bulerías con solo diez años. Recuerdo que mi tío Juan Manuel Junquera Junquerita tenía una actuación allí, y me invitó a que me subiera al escenario en el fin de fiesta. Yo era muy cortado, y me daba mucho apuro, pero mi familia quería que todo el mundo me escuchara. Aquella ocasión fue, digamos, mi bautizo de fuego.
Recuerdo con mucho cariño una anécdota cuando ya tenía doce años. Estaba yo con mis padres en la Peña Flamenca Luis de la Pica. Y había allí montada una peaso fiesta, con Fernando de la Morena y Diego del Morao. Mi tío El Bo, que se nos fue hace apenas un año, siempre me aconsejaba desde chico en el flamenco. Y esa noche me animó a echar un cantesito por bulerías. Recuerdo que me tocó mi primo Diego del Morao, y que salió a bailar mi madre. Y luego, el gran Fernando de la Morena, que Dios lo tenga en su gloria, me dio dos besos y me dijo: <<Sobrino, no lo dejes>>. Esa noche no pude dormir, de la emoción.
¿Cuál ha sido tu trayectoria desde entonces?
A los dieciséis años, me presenté al concurso de la I Bienal de Cante de Jerez (Cante en Rama), y tuve la suerte de pasar a la final junto con dos compañeros. A raíz de ahí, empecé a moverme por las peñas, como la del Niño Barbate. En Jerez, en la Peña La Bulería, el Tablao Puro Arte y la Peña Luis de la Pica. En esta última actué en el Festival de Jerez 2020, siendo, con diecisiete años, el cantaor más joven del festival. Y ese mismo año, participé en la grabación del disco Diciembre en Jerez, cantando los Campanilleros de Manuel Torre.
Ya el año pasado, en 2021, canté en Andorra, en el festival Verde que te quiero Verde. Fue una experiencia muy enriquecedora, ya que tuve la oportunidad de cantar pa alante y para el baile. Lo mismo hice en la Fiesta de la Bulería de ese año, en Jerez. Un sueño cumplido, para un chaval de mi edad. Y para cerrar el año, formé parte del elenco del espectáculo Suena Jerez en Navidad, que se estrenó en el Teatro Villamarta, bajo la dirección de Pepe del Morao. Otro sueño cumplido.
Este año 2022 he cantado en el Off Festival de Jerez, con Cantarería Producción, de nuevo bajo la dirección de Pepe del Morao. También he trabajado en la compañía de la bailaora Esther Aranda.
¿Con qué palo del flamenco te sientes más identificado?
Mira, Luis. Lo que más me llena, y te lo digo como aficionado al flamenco, es escuchar una buena seguiriya. Ese es mi palo favorito, porque pienso que es un cante muy doliente, y muy verdadero, cuando se canta con el corazón. Y personalmente, a la hora de interpretarlo, me identifico muchísimo con él.
Pero a tu edad, uno no suele tener las vivencias de una persona mayor, que normalmente se ha cruzado ya con la muerte, el dolor, la pena o el desengaño. Los comentarios más frecuentes sobre tu actuación del otro día van sobre tu capacidad de transmisión. ¿En qué piensas cuando cantas por seguiriyas?
Es verdad que a mi corta edad no se tienen, gracias a Dios, ese tipo de experiencias tan graves. Yo intento sentir la letra que estoy cantando, meterme en la piel protagonista, y dejar que el cante fluya.
¿Cuáles son los referentes flamencos de un joven jerezano del siglo XXI?
Desde muy niño moría con el cante de Juan Moneo el Torta. Él fue el que me hizo sentir la grandeza y la verdad de este maravilloso arte, el que me metió las ganas de ser cantaor. Hoy, a fuerza de estudiar y cultivar mi afición, me doy cuenta de lo importantes que han sido en el flamenco grandes genios como Manuel Torre, Terremoto, el Sordera, el Sernita… Ahí tenemos todavía la suerte de contar con los maestros Tía Juana la del Pipa, Tío Luis Moneo, Dolores Agujetas… Y más jóvenes, como mi primo Jesús Méndez, María Terremoto, Agujetas Chico, Lela Soto, Maloko… Te podría nombrar a muchos más.
Dime alguno de fuera de Jerez, por favor.
Jajaja. Claro. Me gustan mucho Rancapino Chico, Antonio Reyes, Samuel Serrano, y mi Manuel de la Tomasa. De mujeres hay también gloria bendita, como Montse Cortés, la Fabi, la Tana y Esperanza Fernández, entre muchas más.
¿Qué música llevas con los auriculares?
Pues en mi móvil lo que llevo es flamenco, puro y duro, desde el abecedario del cante hasta nuestros días. Para desconectar un poco me gusta escuchar Jazz, principalmente a Paco de Lucia, Chick Corea o Santana. También me atraen otras músicas, como el pop de Alejandro Sanz y de Michael Jackson. Ah, y la música caribeña, que me gusta muchísimo.
La verdad es que estoy abierto a todo tipo de música que se haga con el corazón, y que me transmita, pero lo que más me apasiona es el cante ortodoxo. Y me esfuerzo también por estar atento a la evolución del flamenco.
Espera, espera. ¿Quieres decir que no descartas, en un momento dado, dejarte tentar por las fusiones?
Más que por la fusión, por la evolución del flamenco. Pienso que la fusión no perdura. Me refiero a lo que la gente llama flamenquito, que no es sino música comercial aflamencada. Yo creo en la evolución de la música, y en el concepto del Nuevo Flamenco, que permanece fiel a la raíz sin estancarse en lo viejo.
Entonces, ¿cuál es la evolución que te interesa? Ponme un ejemplo, por favor.
Me interesa la evolución en el sentido de tomar una soleá, o unos tangos, y explorar sus armonías musicales, sin contaminar su esencia de cante jondo. Como hacían, por ejemplo, el maestro Paco de Lucía, Lole y Manuel o mi tío José Soto Sorderita.
Me ha dicho un pajarillo que no solo cantas. Que tocas la guitarra de bien para arriba. Y que si no pudieras dedicarte al flamenco serías…
No, jaja, humildemente, me gusta mucho la guitarra. Sin darme cuenta, poco a poco. Me sirve mucho para el cante, cuando estudio. Yo, como decía el Torta, sería motorista de motos, jajaja. Sinceramente, nunca me he parado a pensarlo. Cuando era chico jugaba al fútbol en la selección gaditana. Y también quería ser torero, aunque ahora no sabría decirte.
¿Cuál es el sueño de Pedro Montoya?
Pues mi sueño sería poder dejar mi granito de arena en el flamenco, y vivir de lo que más me gusta en el mundo, que es el cante. Sé que el camino es largo, y muy duro. Pero yo no voy a dejar de intentarlo.
¿Qué les dirías a los lectores de la Revista la Flamenca?
Les diría que les estoy muy agradecido por estar siempre ahí, pendientes del flamenco, y por llegar al final de esta entrevista para conocerme un poquito. También os quiero dar mi enhorabuena, a Carmen, a ti, y a todos los que hacen posible esta publicación, por apoyar siempre a los jóvenes que intentan hacerse un hueco en este mundo tan difícil. Y que aquí estoy, para lo que necesiten de mí, y que muchísimas gracias.