Revista La Flamenca: Revista nº 22 / año 2007 Septiembre Octubre Fotos: Museo del Flamenco
Ahora que la mujer trabajadora es objeto de homenajes y loas, Cristina Hoyos es el ejemplo de cómo ser, además de buena maestra, una mujer de ideas interesantes y muy serias. Aunque las malas lenguas escriban lo contrario, a la directora del Ballet Flamenco de Andalucía nadie le ha regalado nada en su vida. Además, le ha ganado la batalla a una de las enfermedades más mortíferas de los últimos tiempos. Por eso, como celebración a tan victoriosa afrenta, la vida la cogió de la mano para dejar su legado artístico -el de toda la historia del baile, podríamos decir sin miedo a equivocarnos- en Sevilla: en el Museo del Baile Flamenco. Una obra faraónica, un proyecto de futuro que ya es toda una realidad. Visitar sus instalaciones es empaparse de arte. Llegar vacío de conocimientos y salir bailando por bulerías, chanelando como enamorado para siempre del baile, de sus maestros, de un anecdotario que se plasma en vestuarios, cartelería, exposiciones pictóricas y fotográficas... Allí nos recibió la maestra.
Es impresionante la función turística y artística que cumple el Museo, ¿Cuántas visitas ha recibido desde su apertura?
Muchas. Todavía no son las que tienen que ser, porque el Museo del Baile Flamenco es un jovencito desconocido para muchísima gente. Pero poco a poco van viniendo más.
Es una cita obligada para los que visitan Sevilla.
Lo es. El flamenco es parte de la cultura de Andalucía y en Sevilla está el gran manantial. A la persona que le interesa el flamenco, no le queda más remedio que visitar este Museo.
Y numerosas son las posibilidades que ofrece... Dígame algo extraordinario que tenga pensado organizar en estas instalaciones.
Sobre todo posibilidades culturales. Estamos sólo en el principio, esto será un punto de encuentro para explicar muchas cosas sobre el flamenco, en especial del baile. Queremos hacer adictos al flamenco. Así, mucha gente que no es capaz de leer un libro, acercándose aquí, en poco más de una hora va a salir conociendo bastante. Las biografías de los artistas, como empezaron en los tablaos... Eso es lo interesante. Porque a lo mejor, después van y compran un libro con el interés de saber más.
odo está explicado muy clarito, a pesar de la avanzada tecnología que se utiliza.
Todo. La combinación es muy buena. Están, desde los orígenes musicales, hasta las mezclas que tenemos... Se ve en las pantallas como se baila hoy, como ha cambiado el concepto de espectáculo, y el progreso desde lo antiguo hasta llegar a lo actual. Desde que el flamenco era algo pequeñito, a lo que vemos hoy en los grandes teatros.
El hecho de que haya podido levantarlo tan cerquita del Corral del Trompero, donde nació, debe tener un valor sentimental añadido.
Ya puedes imaginarte, un sueño. Hace muchos años que lo teníamos pensado. Estuvimos mucho tiempo buscando casa. Tenía que ser en el centro, pero todo costaba mucho dinero. Esta quizás se ha quedado pequeña. Fue un instituto de enseñanza, una academia. Y el hecho de estar tan cercana a mi niñez, aquí en La Alfalfa, en mi barrio es... porque yo he bailado en estas calles cuando era pequeña. Cuando Tina y Kurt encontraron esta casa me dieron una alegría grandísima.
¿Qué queda de aquel barrio de La Alfalfa de su niñez, de aquella Sevilla?
Ha cambiado mucho, porque hasta hace muy poco era el sitio de encuentro de los domingos, donde se compraban los animales y los productos que estos requieren. Era un ambiente muy familiar y lógicamente ha cambiado. Pero tengo unos recuerdos maravillosos, porque era donde se citaba mi padre con los amigos, en la Taberna Faustino, que ya no existe. Recuerdo que me enviaba mi madre a buscarlo... Mi colegio, San Isidoro, está muy cerquita también. Unos recuerdos maravillosos.
Tiene usted en este espacio rincones dedicados a quienes fueron sus maestros, así como a otras figuras de nuestro arte. ¿Se ha hecho justicia con el trabajo, realizado por y para los artistas, de Enrique El Cojo, Adelita Domingo, Pilar López, o el propio Gades?¿Qué haría usted por ellos si estuviese en su mano?
A Enrique, mi Enrique, le dediqué en mi primera Bienal, en el 88, mi espectáculo. Había muerto en el 84. Creo que estamos acostumbrados a que era una persona de aquí. En el siglo pasado fue un maestro importantísimo, y no se le ha hecho verdaderamente justicia. Quizás porque las nuevas generaciones no lo han conocido y a otros se les ha olvidado. Con respecto a Pilar López, que está viva todavía, se le pueden hacer muchas cosas. Tampoco se ha llegado al nivel de lo que ella ha dado. Su labor a la hora de crear artistas, espectáculos... cosas maravillosa para nuestro arte. Su hermana Encarnación López, introdujo el flamenco en los espectáculos de clásico español, y ella continuó eso. Y de Antonio... que te voy a decir. Sabiéndose que estaba enfermo, se le tenía que haber hecho mucho más. Lo triste es que esta muy claro que cuando una persona desaparece queda en la historia, pero la memoria se va difuminando.
La irrupción de Antonio Gades en su carrera artística es importantísima. Con él termina usted de pulirse, para adquirir formas delimitadas. Pero ¿Dónde acaba Antonio Gades, en la forma de entender su baile, y donde comienza Cristina Hoyos?
Yo siempre he tenido mi manera de bailar. Siendo muy joven ya destacaba como bailaora, pero me faltaba técnica. Y eso lo aprendí en Madrid con Antonio, a base de trabajar con él y de fijarme cada día en lo que hacía. Irme puliendo, pero como cosa mía. Buscaba, no una técnica muy depurada, sólo algo lógico y normal para seguir siendo la pareja de Antonio Gades. Yo tenía esos miedos de no estar a su altura, pero poco a poco me di cuenta de que Antonio no sólo quería que tuviera técnica, sino que echara fuera lo que yo sentía. La prueba está en que cuando hicimos Carmen me dio un poco de más libertad, porque al principio estaba cohibida. Cuando me fui de su compañía y volví a Sevilla, salió lo que había aprendido de él y lo que yo sentía.
De cualquier forma, Gades sigue muy presente, no sólo en sus obras. Casi todo lo que hoy se presenta en los teatros tiene mucho del maestro.
Por supuesto, por la seriedad con la que hacía sus espectáculos. No le gustaba el barroquismo, era más lineal. El estilizó el baile, era su forma.
¿Ha podido ver lo que están haciendo ahora con Bodas de Sangre y la Suite Flamenca?
Sí, claro que sí. Está muy bien. Sobre todo por conservar la memoria de Antonio a través de su Fundación.
Esta profesión está mal pagada a veces. ¿Es cierto que sólo cobró 70.000 pesetas por hacer Bodas de Sangre?
Sí. El artista, por supuesto, tiene que ganar dinero pero hay que pensar que, si vas a hacer una cosa bonita que la gente va a apreciar... En aquel momento, todos dijimos que aquella película de Bodas de Sangre había que hacerla incluso gratis. Nuestro pensamiento no era ganar mucho dinero. Incluso pensamos que, que quisieran rodar Bodas de Sangre era una suerte. Y encima ganamos 70.000 pesetas que en aquella época era dinero, aunque tampoco demasiado. Pero lo hicimos muy contentos de poder hacer en el cine lo que estábamos haciendo en el teatro.
En ese sentido, ¿se ha llegado al nivel deseado de dignificación del flamenco?
Claro que sí que se ha llegado. Se llegó con Pilar López y se llegó con Antonio Gades. Ahora, hay gente que lo hace muy bien, pero también hay gente que no lo hace bien. Y de eso se trata. Hay quien lo hace muy bien y quien lo hace regular o muy mal. Se hacen cosas muy dignas y maravillosas, pero hay quienes equivocan al público porque lo que hacen no es flamenco, o lo hace con muy mala calidad, o para tener éxito, o para cobrar... O lo hace no sólo por el propio arte. Hay que hacer una balanza: además de ganar dinerito, que se puede ganar, hay que hacer las cosas bien, y hay que arriesgar y exponer... Todo lo que se hace no puede ser por el éxito, o por ser conocido, o por el dinero. Pero hay gente que lo está haciendo muy bien.
"Se hacen cosas maravillosas, pero hay quienes equivocan al público porque lo que hacen no es flamenco"
Sigue creando escuela y sigue pariendo artistas que van saliendo de su compañía con un futuro asegurado. Casos como el de El Junco, que está formando la suya propia... deben ser una doble sensación de pena porque se va, y de alegría porque pueda volar solo...
Claro. Pero es lo lógico y lo normal. Junco se ha llevado muchos años en la compañía y después en el Ballet Flamenco de Andalucía. Ha sabido como dirigir su carrera: ha estado en una compañía, ha visto como se montan las coreografías, como montar las luces, como se ensaya... todo. Como decirte: su carrera la ha llevado muy bien. Porque hay mucha gente que con veinte años ya lo hacen todo, sin haber estado en una compañía. Se diseñan incluso el vestuario, sin ser nada todavía. Y esto tiene unos pasos. Junco lo ha hecho muy bien y creo que es el momento oportuno para que forme su propia compañía. Además estoy yo para apoyarle. Él sabe que estoy para lo que quiera.
Es un lujo que una maestra como usted se ofrezca de esa forma...
Este ofrecimiento lo saben él y todos los artistas que han estado en mi compañía. Si son personas a las que creo que hay que ayudar, ahí estoy yo para apostar por ellas.
¿Qué cree ha aportado el baile de Cristina Hoyos al flamenco?
El no perder las formas de bailar de Sevilla. Creo que soy muy sevillana bailando. También el no perder la feminidad y ni la forma de mover los brazos. Es lo que más se me ha reconocido a mí. Ahora bien, los tiempos cambian, evolucionan y hay nuevas formas, pero no hay que olvidar las que identifican a una ciudad y a una manera de bailar.
¿Considera, pues, correcto el camino que, en su lógica evolución, está tomando el baile?
Sí. Mira, en su evolución el baile se ha enriquecido y hay más y mejor técnica. Se zapatea de otra manera y se escucha la música, incluso, de otra manera. Se hacen cosas enriquecedoras, pero el flamenco es una rueda que, además trata de recuperar para que no se pierdan las cosas. Porque hay quienes bailan con una técnica súper moderna, que salen moviendo el cuerpo divinamente, pero que a la vez saben bailar y acordarse de las formas antiguas. Sin perder la raíz ni la esencia, que es lo importante. Pero sin dejar de hacer cosas, que es lo que mantiene vivo este arte. Yo uso mucho la palabra calidad: las cosas bien hechas bien parecen.
"Algunos, con veinte años, sin haber estado en una compañía, se diseñan incluso el vestuario"
El baile tiene que dejar secuelas de tipo físico: pies, espalda, cervicales...
A todo el mundo. Yo tengo las cervicales y la espalda muy mal, porque bailando se hacen movimientos contra la naturaleza. No he sido una bailaora muy machacada en el zapateado, pero estos influyen mucho en la espalda. Y lo de los pies es hereditario, porque se me empezaron a deformar muy jovencita, y con los zapatos estrechos, nuevos, pues se ha empeorado... Son muchas cosas, y por eso tengo los pies tan deformados. Cuando hace uno años el médico me los vio, me preguntó como podía seguir bailando. Porque no se lo explicaba. Sigo aguantando porque me da miedo operarme. Le temo a la recuperación, a saber como voy a quedar... Además me tendrían que haber hecho ahí... ¡yo que sé!. Están muy deformados, muy mal.
A lo largo de toda una vida dedicada al baile, en una carrera internacional, habrá conocido a personajes de toda índole. Por ejemplo, conoció a Fidel Castro en la boda de Gades con Pepa Flores ¿Qué impresión le causó?
Fuimos a Cuba en el año 75 y Antonio se interesó por conocerlo. Surgió una amistad que le llevó a ser el padrino de su boda. Sabes que fueron Fidel Castro y la bailarina Alicia Alonso. Pero muchas veces, conoces a personajes que no son famosos, que te enriquecen personalmente muchísimo más. Gente estupenda en todos los países, gente medio anónima interesantísima.
¿Cómo se plantea el futuro más próximo?
Sigo con la dirección del Ballet Flamenco de Andalucía. En el Museo estoy muy poco, a pesar de que quiero hacer cosas aquí. En el momento que pueda estaré más. Me apetece mucho organizar en estas instalaciones algunos homenajes a personas del baile en activo o no. Reconocer a mucha gente. Dedicar cada mes a hacer conferencias sobre el baile, cosas que no salen en los libros, para gente que viene a estudiar poco tiempo a nuestra tierra.
¿Qué ideas rondan en la cabeza para nuevas obras?
El Romancero Gitano lo estrenamos hace un año en el Festival de Granada y le queda otro año más. En el Ballet Flamenco de Andalucía hay que hacer producciones para cada dos años, más o menos. Así que para el año que viene habrá que estrenar algo nuevo. Claro que sí, que rondan muchas ideas por mi cabeza.