El bailaor y coreógrafo gaditano empieza los ensayos de un nuevo espectáculo para la Bienal 2020 dónde compartirá escenario por primera vez con dos bailarines.
Revista La Flamenca. Barcelona. Xavier Grau. 18/12/2019 Fotos: Judit Rodriguez
Eduardo Guerrero tiene todos los mimbres armados para empezar, en unas semanas, los ensayos de su nuevo trabajo para la Bienal de Sevilla tras un año de éxitos y reconocimientos que parecen pillarle preparado, sobradamente. Reserva. No suelta prensa. Consciente del valor de su trabajo y de su esfuerzo, el gaditano vuelca todo su ser en cada espectáculo. Se desfonda dice. Y reconoce que tiene en la fuerza y la belleza de su físico un arma de creación masiva que aprovecha al máximo. Y así lo cuida, así lo utiliza y así quiere proyectarlo mientras recoge honores.
¿Es usted el bailaor de moda?
Eso me da miedo porque las modas pasan y yo quiero quedarme por mucho tiempo.
Tiene a la crítica enamorada
Esta sensación de consagración que siento ahora, tras este año y tras todos los premios, tenía que pasarme porque llevaba ya muchos años presentando trabajos y mostrando mi evolución como artista y siento que gusto a los puristas y a los vanguardistas.
¿Y eso?
Porque miro hacia adelante partiendo siempre de la raíz porque soy así.
¿Cómo?
Soy por fin Eduardo Guerrero, con mi personalidad. Sin parecerme a nadie.
¿Cuáles son sus claves?
Ser honesto conmigo mismo en el escenario, entregando mi corazón, yéndome desgastado por dentro al hotel tras cada pase, vaciándome sin miedo y desnudándome de verdad.
Y a veces también físicamente.
Esa fue la portada del libro de fotos ‘Ángel Gitano’ de Ruven Afanador y ahí sigue en la web...
¿Es consciente de que su cuerpo conmociona?
Mi cuerpo en el escenario se transforma en todos los sentidos físicos pero también mi alma hasta dejar de ser uno mismo.
Usted es el bailaor que le ha puesto taconeo al ‘Mediterráneo’ de Serrat
Yo no vengo de tradición flamenca familiar y no ciño el flamenco al son de una guitarra, un cante o un palo.
¿Qué tiene de flamenco un faro?
Como el tema de Serrat o ‘Alfonsina y el mar’, me sirvieron en mi espectáculo “Faro” para crear. Y yo, al crear y sentir, no pongo barreras.
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Un faro es elegante, es estético, gira, da luz... la poesía de las olas que rompen contra las rocas es igual que la bata de cola de una bailaora.
Es un tema de fronteras mentales, entonces.
El flamenco para mí no es sólo camisa negra, guitarra, taberna o copa de vino.
¿Lo vive sin límites?
El flamenco trasciende nuestros límites hasta extremos que no controlamos.
¿Algún ejemplo?
Carmen Amaya bailando entre fuego, Lola Flores cantando rap, Camarón entre batería en “La Leyenda del Tiempo” o Morente cambiando el rumbo musical del flamenco si ser entendido en su momento.
¿Se anticipa en sus espectáculos a los temas que están de actualidad?
Me pasa con “Sombra Efímera II” cuando trato del cambio climático y donde hay una montaña, una rama seca, una ropa reciclada... y me dicen ahora que me subo al carro del tema.
¿Y se sube?
Con el espectáculo “Guerrero” trato sobre la importancia y la relación con las mujeres y lo creé antes del momento de reivindicación actual.
Ahí incluyó una ‘Nana’ para hablar de su madre.
Sí. Aparece ese cordón rojo, ese cordón umbilical, en homenaje a ella por sus valores y por respetar siempre mi deseo de ser bailaor.
¿Cómo es ella?
Ni va de madre del artista, ni grita en el teatro, ni es la primera en levantarse y aplaudir. Ni se espera en la puerta principal, sino que entra por la puerta de atrás y en mi camerino no va proclamando a su hijo sino que va recogiéndome la ropa, secándome el sudor, demostrándome que siempre está ahí.
¿Cómo fueron sus maestras?
Me ha tocado vivir el momento de grandes como Aida Gómez, con 16 años que yo tenía. Luego Eva Yerbabuena que revolucionó el flamenco y yo estaba a su lado. Y después Rocío Molina que es la heroína del movimiento revolucionario que nos ha quitado los miedos y nos dice que no importa cómo es tu cuerpo, ni ser tan joven...
¿Y Carmen Guerrero?
Con ella empecé a los 6 años y gracias a lo que ella me enseño yo soy ahora bailaor.
¿A quién admiraba usted de pequeño?
Mis hermanos tenían el armario de la habitación con posters de futbolistas y yo con Antonio Canales y Joaquín Cortés.
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Y siento gran admiración por Mario Maya, Antonio ‘El Bailarín’, Antonio Gades y Vicente Escudero.
¿Qué deben reconocerle los que le admiran?
Me gustaría que recuerden mis propios méritos, por ser honesto en un escenario y por contar mi verdad sobre un escenario porque esto hay que amarlo, es un trabajo de amor; no de dinero.
¿Y todo comenzó visitando a su abuela?
Justo debajo de la casa de mi abuela había una academia de baile y yo con pocos años probé un día por casualidad. Y a los 13 ya entré en el Conservatorio de Danza de Cádiz.
¿Ha estudiado con el mismo tesón flamenco, contemporánea y clásica?
No sólo el flamenco me llenaba. Pera mí lo importante era y es la danza, bailar cada día y ya de joven cuantas más horas mejor. Luego descubres que eso son tus mejores herramientas.
¿Dureza y disciplina?
Con Aida Gómez, recién salida del Ballet Nacional, estábamos de 8 de la mañana a 4 de la tarde dentro de un estudio.
¿Cómo se compensa?
Sólo con saber que alguien que no conocía el flamenco se enamora de él por verte ya me siento enormemente pagado.
¿Por qué siempre ha bailado solo en sus espectáculos?
Me apetecía. Quería componer mis propias coreografías. Y porque no le tenía miedo a nada.
¿Es por egoísmo escénico?
No creo. Siempre he sido bailaor de compañías y si lo que te rodea es bueno tú también creces y aprendes
Esto cambiará en su nuevo espectáculo.
Sí. Me acompañarán dos bailarines porque los necesito para contar lo que quiero contar. Buscamos dar un paso nuevo en la escena con ambientes, con sus luces...
No me va a decir sobre qué tema tratará.
Sólo puedo decir que es un tema actual, que lo estamos pasando, de la tradición a la vanguardia, y vamos a llevarlo a escena. Es un tema que afecta también al ámbito del arte, de los artistas, de los músicos, de la danza en general...
¿No es exagerado el ritmo de crear un espectáculo al año?
Es cierto que vas desgastando ideas y momentos de tu vida. Pero yo sólo montó espectáculos cuando el cuerpo me lo pide porque el ritmo de uno al año es casi una locura.