Web Revista La Flamenca. Rubén Gutiérrez 29/8/2011
Fuentasanta “La Moneta” (Granada, 1984) está atravesando un momento muy dulce en su joven, pero ya dilatada carrera, que le ha llevado a los más prestigiosos escenarios del mundo. Considerada una de las principales figuras de esta gran generación del baile flamenco que nos ha tocado vivir, nos recibió en su ciudad natal bajo los rigores del agosto nazarí. Un encuentro en la Plaza Nueva, regado por los difusores de agua que hacen más llevadero el estío, donde, tras una taza de café, nos abre su corazón para descubrir a la bailaora hecha persona.
Nos encontramos en plena temporada alta del turismo estival y tú, en cambio, trabajando duro en tu ciudad ¿no tomas unas vacaciones?
Déjame que esté en casa, está siendo un año con mucho trabajo y solo llevo unos días en Granada después de un mes sin venir por aquí. Desafortunadamente paso mucho tiempo fuera y echo de menos a mi pareja y a mi gente, pero afortunadamente eso significa que veo cosas, estoy viajando, y como no, llevando mis espectáculos por muchos sitios.
¿Es duro estar tanto tiempo alejada de la familia?
Yo no lo veo duro, es trabajoso. Es una gran satisfacción hacer lo que a una le gusta, mostrar mi manera de entender el flamenco por el mundo es una gran recompensa. Hay muchos factores que influyen en la carrea de un artista; la suerte, estar en el sitio en el momento adecuado, y sobre todo como uno se lo tome. Es el precio que tengo que pagar, si todo fuera fácil creo que todos nos aburriríamos con este arte.
También ha sido una opción tuya quedarte a vivir aquí, cuando muchos de tus compañeros han tenido que marcharse a otras ciudades para poder hacer carrera, ¿te atrapa tu ciudad?
También he tenido que salir de Granada. He vivido en Sevilla y Madrid, pero solo por temporadas. No hubiese podido desarrollarme como artista habiéndome quedado solo aquí, pero siempre acabo volviendo. Aunque si el día de mañana tengo que vivir fuera, lo haría por mi trabajo.
“Una de las bases de nuestro crecimiento ha sido que nos apoyamos entre nosotros, continuamente colaboramos en los proyectos de los compañeros”
Bueno, pero ya te llaman de todos los festivales importantes, igual no necesitarás irte, ¿crees que ya tienes tu hueco en flamenco?
Entiendo este arte como una carrera de fondo, ahora he llegado a un nivel, pero yo siempre tiendo a superarme. Hay que ir subiendo escalones, aunque yo todavía no sé en qué tramo de la escalera estoy. Igual no quiero pensarlo. Desde mi primer espectáculo, hasta el último que he estrenado, he ido respondiendo a necesidades artísticas, buscando nuevas inquietudes y expresiones con mi cuerpo, sintiendo la libertad de crear, no montar algo por montarlo. De todas formas, continuamente hay cosas nuevas que hacer, algún lugar nuevo que conquistar.
Prueba de ello fue el espectáculo que estrenaste hace unos meses con Arcángel y Mauricio Sotelo en la Bienal de Holanda, ¿te sentiste cómoda?
Imagínate. Ha supuesto para mí un paso muy importante tanto artística, como personalmente. Trabajar con la música contemporánea me ha hecho esforzarme más que nunca. Me gusta enriquecerme de otras artes, ha sido un gran reto. Tengo que agradecer a la Bienal de Holanda su interés por este proyecto. Es un festival muy flamenco pero abierto a otras líneas de trabajo más avanzadas, es muy moderna. Eso permite que el flamenco entre en otros circuitos y crezca aún más. Aunque yo no puedo dejar de ser flamenca, me sentiría incomoda porque me estaría engañando a mí misma.
Entonces se puede decir que el flamenco está de moda a nivel mundial
Creo que siempre lo ha estado. Continuamente ha habido gente luchando, exportando el flamenco. Ahora con la declaración de Patrimonio de la Humanidad debe consolidarse. Como decía Morente, la humanidad es patrimonio del flamenco.
Ahora que lo nombras, para moderno y luchador tu paisano Enrique, ¿todavía se siente su pérdida en esta ciudad?
Graná ha perdido a Enrique, pero es el mundo el que lo ha perdido en verdad. Era un genio, quizás el último que por ahora ha dado el flamenco. Él llegaba a todos los sitios, a todos los corazones, a todos los oídos. Cuando tenía un hueco se venía por aquí, era una persona muy cercana, ha hecho mucho por el flamenco de esta ciudad. En la medida de lo que podido ha estado muy cercano a sus compañeros. Aunque es cierto que era tanto el respeto que se le tenía, que era difícil que los flamencos granaínos le pidieran trabajar, o hacer cosas con él. Me ha querido mucho, siempre ha dicho cosas buenas de mí y le estoy muy agradecida. Esperemos que salga adelante el proyecto de la Bienal en su memoria. Desgraciadamente en esta ciudad no hay mucho movimiento flamenco, solo el Festival de Música y Danza, el de otoño y lo que se hace en el Corral del Carbón.
Hablando del Corral, el cual clausuras dentro de unos días, ¿le ha costado que se reconozca como ese gran festival que es?
Es un ejemplo de lucha. Presenta un concepto tradicional de traer a los mejores artistas del momento, tanto en baile, cante y toque, haciendo también un guiño a los artistas locales. Corren malos tiempos para las ayudas de las administraciones, pero el Corral ha sabido ganárselas. Y lo más importante, artista y público lo disfrutamos, es un sitio mágico.
Otra de las facetas a destacar en tu carrera es que te llaman para impartir muchos cursos, ¿es importante saber transmitir los conocimientos?
Es muy difícil dar clases, depende mucho del tipo de alumnos que tenga. Cuando ellos tienen ganas todo es más fluido y yo me siento más cómoda, da igual que sean extranjeros o españoles. Ten en cuenta que los alumnos pagan por las clases, y si ellos no las disfrutan, es difícil que capten lo que les pretendo transmitir. Lo que si me gustaría es que se rompiera esa barrera que supone el que podamos dar clase en un conservatorio de una manera más libre, sin tener que ser licenciados y tener una plaza en el mismo. Para unas cosas somos los mejores y para otras no, no lo entiendo.
Me llama la atención que todavía no tengas una compañía consolidada, ¿a qué se debe?
Mi intención no ha sido hacer una compañía, de momento. Aunque el factor económico influye, y ahora no es la mejor época para buscar ayudas, no es necesario tener algo grande para que un artista se desarrolle. Cuando gané el Desplante en la Unión me vino muy joven, y desde entonces siempre he bailado en solitario o con alguna colaboración, salvo un periodo corto que estuve en la compañía de Javier Latorre. En mi último espectáculo “Bailar, vivir” ya he empezado a introducir un pequeño cuerpo de baile, donde he realizado las coreografías, pero todavía tengo que seguir creciendo en ese aspecto.
“Graná ha perdido a Enrique, pero es el mundo el que lo ha perdido en verdad. Era un genio, quizás el último que por ahora ha dado el flamenco.”
Esa carrera en solitario ha supuesto que te comparen con nombres determinantes de este arte, ¿te preocupa esa responsabilidad?
Es un peso enorme. Todo el mundo no sirve para dedicarse a esto. Los artistas tenemos unas formas naturales innatas, pero debemos trabajarlas continuamente para transformar nuestras sensaciones en algo plástico. Con diez años ya bailaba en las Cuevas del Sacromonte, y he mirado mucho al pasado, fijándome en esas grandes bailaoras a las que idolatro. Me gusta mucho cuidar la imagen sobre el escenario, es algo muy personal, no solo es importante la técnica. A veces pienso que es excesivo que me comparen con ellas. Tengo que agradecerle a mi pareja que me ponga los pies en la tierra, que no se me suba lo que dicen de mí.
Se puede decir que formas parte de la mejor generación de bailaores de la historia, pero más que una competitividad os une una gran amistad, ¿a qué se debe?
La competitividad existe, pero es sana. No competimos solo contra los compañeros, sino también contra nosotros mismos en ese afán de superación. Una de las bases de nuestro crecimiento ha sido que nos apoyamos entre nosotros, continuamente colaboramos en los proyectos de los compañeros. En el baile actual todos trabajamos por el amor y el respeto al flamenco, y nos valoramos mucho los unos a los otros.
Te agradecemos que hayas buscado un hueco en tu apretada agenda, y antes de irte al estudio nos gustaría que nos dijeras que nos espera de La Moneta.
Proyectos hay siempre rondando mi cabeza, ya que me apetece mucho bailar. Bailar creciendo, desarrollándome, más que contar historias o meterme en la piel de un personaje. Pero es cierto que siendo de Graná, quisiera tocar también el tema de Lorca alguna vez y poder llevarlo a la Alhambra. Me gusta leer sus obras, lo malo es que ya se ha hecho tanto sobre Lorca, que tengo que buscar una vía nueva y todavía no es el momento. Ahora lo más inmediato es que me voy a Jerez a dar un curso. Me encanta la flamencura de esa ciudad.