En estos tiempos de etiquetas, que Andrés Marín (Sevilla, 1969) no tuviera la suya era cuestión de tiempo. Dicen que es cubista. La verdad es que su baile, presenta más complicaciones a la hora de encontrarle parecidos. O te gusta, o no te gusta. El hijo del bailaor Andrés Marín y de la cantaora Isabel Vargas, tiró la toalla a los 14 años y volvió a los 19 para emprender un camino solitario lejos de la fama y el fervor de los públicos comerciales. A pesar de ello, ha triunfado en medio mundo y lleva adelante su propia compañía. En 2002 se presentó en solitario en la Bienal de Sevilla con Más allá del tiempo, desde entonces no ha parado.
Te vimos hace poco en El Monte, en el estreno español de Vanguardia Jonda.
Bueno, Vanguardia Jonda es otra cosa. Verás, en El Monte cambié de idea y metí sólo fragmentos de Asimetrías (2004). Dejé el mismo título porque estaba acordado con la organización. Me di cuenta de que se estaban haciendo muchas cosas con piano en las semanas anteriores. Las ideas vuelan de un sitio a otro, o coincidimos milagrosamente... En Vanguardia Jonda hemos escogido cuatro cafés cantantes. Se harán seguiriyas, martinetes... y para darle unión al espectáculo, utilizaremos los cantes de los campos. Imagínate un café en Córdoba y otro en Málaga... los cantes propios de la zona y los de los caminos que lo unen. Todo desde una perspectiva actual. Hay que buscarle un significado porque vender un concierto es más complicado que un espectáculo con argumento.
¿Llevas la misma compañía?
Estaré con Sergio Monroy al piano, Salvador Gutiérrez a la guitarra, y José Valencia al cante. Está pensado para espacios pequeños, de no más de cuatrocientas plazas, que son los locales donde más demanda tenemos. En Francia, donde el espectáculo está vendido hace un año, hemos estrenado con seis funciones.
¿Y para la Bienal, has propuesto algo?.
Intentaré hacer La Casa Vacía. Habla de los tres días de ocupación de los nacionales, al inicio de la guerra civil, en mi barrio de la Macarena. En esos días mataron a una familia republicana de la calle San Luis. Ese tema me mueve mucho. Tengo ganas de reivindicar cosas que están ocultas. Son imágenes visuales, sensaciones, junto a baile y cante. Se que con el 75 aniversario de la guerra habrá muchas cosas, pero lo mío será distinto a todo.
¿Pero cómo piensas enfocarlo?. Es difícil ¿No?
La música será de la gente que viene conmigo: Salvi, Canito...
¿Y los textos?. ¿Te vas a basar en cosas existentes?
Hay textos existentes y letras que surgen de mis reuniones con Juan Ortiz, experto en Memoria Histórica, del que tengo tres horas de grabación paseando por el barrio, con sus comentarios sobre los espacios... me estoy documentando a fondo, pero si no me dan señales de vida, tiro pa otro lao. Todo depende del dinero y el presupuesto.
Esperas esa ayuda tan necesaria de la Agencia...
Están interesados, pero no terminan de contestarme. El proyecto es caro. Imagino que ellos llegarán al máximo suyo y el resto lo tendría que poner yo. Para otras producciones me dieron una ayudita. Tienen que valorar que mis espectáculos no son debut y despedida. Son rentables. De Mas allá del tiempo (2002) hicimos cerca de sesenta funciones y de Asimetrías (2004) llevamos cerca de cuarenta. Aunque con la ayudita tengo para tres trajes, la luz y la música... que me parece poco lo que pago por la música, pero... Otra posibilidad es hacerlo más esencial. Muchas veces las parafernalias no resultan. Es como lo cuentes. Además, si quieres girar son más gastos... ya veremos.
¿Crees que la temática de la obra interesa a los políticos?
Creo que debieran mojarse. Si no lo hacen los de ahora, cuando vengan los otros no lo harán. Si Bandrés no me atiende, escribiré a la Consejera. No me contestan y a mi representante tampoco. No me gusta esta situación. Se que me quieren en la Bienal, pero con Vanguardia Jonda. No puedo permitirme el ir para atrás. Este espectáculo es para salas pequeñas. La Bienal ya no me ilusiona como antes, y de hacer algo, lucharé por estrenar La Casa Vacía en un espacio escénico digno de la obra y del nivel en que venimos trabajando por todo el mundo. Por otro lado, coincide con el 75 aniversario.
¿Me da la sensación de que Andrés Marín está al borde de explotar artísticamente?
Yo pienso lo mismo. Me veo más madurado, pero no del todo. Son muchos años de búsqueda, sin concursos ni premios. Sin apoyo de instituciones. Soy muy anárquico. No he pasado por Mario, ni por el Nacional, ni por la compañía Andaluza. Me he hecho solo.
Hay muy pocos que estén trabajando, con el éxito que tienes, en las condiciones que me cuentas...
Estamos en programaciones muy buenas. Bienal de Sevilla, Jerez, Londres, Francia. Hemos estado en los mejores teatros de Europa. En La Maison de la Dance de Lyon, la casa de la danza, con Duato, Montalvo... otra vertiente. Pero que te programen en esos sitios representando al flamenco, a ese nivel, es un privilegio.
He escuchado compararte con Galván. ¿A quién te pareces? ¿Qué es eso de que eres cubista?
Hace diez años, ya estaba al borde. Al filo. Israel, en aquella época, bailaba mucho más Mario. Pero yo no he tenido su trayectoria. El tiene una técnica impresionante y es un grandísimo bailaor. Imagino que como no saben donde encuadrarme, me comparan con él. Pero somos muy distintos. Y sobre lo de cubista... yo bailo desde el sentimiento. Imagino que lo dirán por mis brazos largos, por mi colocación, mi perfil... por no bailar tan redondo. Pero soy muy tradicional, me gusta el flamenco muy bien hecho. Me gustan los cantaores más antiguos que existen.
Ya lo creo. Con el atrás que llevas, se nota que te gusta el cante bueno.
Y me gusta que lo personalicen en sus gargantas, sin perder el fundamento de la raíz. Ganas doblemente. Ese es el problema de que lo que se escucha por ahí.