"Flamenco del historia una (o viceversa)"
Trabaja como Técnico en la especialidad de Flamenco del Servicio de Identificación y Control de la Sociedad General de Autores y Editores. Este largísimo cargo lo desempeña en un minúsculo despacho que no debe tener más de 2 metros cuadrados. Entre aparatos de música, ceniceros repletos de colillas de Ducados y un ordenador, José Manuel Gamboa es testigo privilegiado de lo que se cuece día a día en el mundo del flamenco. Si añadimos sus facetas de músico, investigador, periodista y divulgador, amén de su personalidad inquieta y casi bohemia, el resultado es una oportunidad: la de poder acercarnos a este arte desde una perspectiva actualizada y diferente cuyo título es "Una historia del flamenco".
¿Cuál es la historia de "Una historia del flamenco"?
Me llamaron de Espasa Calpe. Veían que había mucho interés por el flamenco. No tenían muy clara la idea pero sí querían un libro sobre la historia. En principio querían algo muy simple, pero les llamé y les dije que así no lo hacía, que estaba de acuerdo en hacer un texto para todo el mundo pero que no podía quedarme en la superficie porque desaprovechamos una oportunidad de oro en el sentido de esta editorial hace que el libro vaya a estar en todos los sitios. Ese era el peligro y la ventaja. En la bibliografía flamenca hay libros muy buenos sobre determinadas materias, pero no existía nada actualizado divulgativo. Así que el libro pasó al doble de páginas.
¿Por qué "una" historia?
Vergillo dice que lo he puesto porque era el título de una antología de Caracol, pero no es así. La editorial me pedía "Historia del flamenco", pero poner "Historia del flamenco" me parecía un atrevimiento. Había un libro por ahí titulado "La verdad del cante"... ¡anda! ¿Usted la tiene?.... Me parece que la historia es algo que hay que hacer. Creo que nos ha hecho mucho daño a todos esas visiones de "esto es así y te lo tienes que creer". Por tanto, hay que dejar bien claro que esta es "una", sobre todo porque nunca va a ser "la" historia y siempre va a estar abierto a todo lo que se vaya descubriendo. El título que le quería poner era "Flamenco del historia una (o viceversa)", por aquello de que está escrito en sentido inverso, pero les pareció un título muy complicado, entonces se quedó como "Una historia del flamenco".
¿Puedes explicar lo del sentido inverso?
Tenía un capítulo más que era la prehistoria, pero si empiezo por ahí sería empezar a hablar de las musarañas. Creo que si la gente entiende a Picasso terminará entendiendo de verdad a Velásquez, pero si llegas como mucho a Velásquez nunca vas a entender a Picasso. Si comenzamos por la época de la Transición con Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Morente, Gades, Camarón, etc., es más fácil entender lo que pasa ahora mismo y, por su puesto, lo que pasaba más atrás. Al final no incluí ese capítulo de la prehistoria, entre otras cosas porque no cabía.
"Critico la flamencología, pero también digo que es muy fácil criticarla desde nuestros días"
No es una historia aséptica. No es una sucesión de datos o de hechos. Vas contextualizando e incluso aportando tu propia visión.
Sobre todo en los dos primeros capítulos, que son los que yo he vivido directamente, me parece muy importante contextualizar, bueno ahí y en todos los sitios, pero me es más fácil hablar de lo que he vivido. Hay que ir matizando, porque no es una historia de buenos y malos. Se dice "esto ocurrió porque se publicó la antología de Hispavox", vale, pero hay que explicar que la antología se publicó porque se había inventado el microsurco y esto hizo que el folclore y las músicas de raíz popular se recopilaran. Me parece que es así como hay que contar las cosas.
El libro tiene un componente periodístico importante en el sentido de que vas aportando todo tipo de fuentes que confluyen en lo que cuentas. Es como una especie de reportaje largo donde recoges datos de hemeroteca, entrevistas, etc.
Es que es lo que he pretendido hacer. Habitualmente mi forma de redactar sigue el estilo periodístico. Intento no utilizar frases excesivamente largas para que se simplifique la lectura. Hay que tener en cuenta que en el flamenco no hay mucha tendencia a leer y hay que ponerlo lo más fácil posible. Me parece que el estilo periodístico viene perfecto para un caso como este. Si te metes en profundidades le complicas la vida al lector y no estamos aquí para amargarle la vida a nadie.
Es una obra en positivo: destacas lo mejor de cada escuela, de cada tendencia, de cada artista.
Como te decía antes esto no es una historia de buenos y malos. Me parece que eso ha hecho muchísimo daño al flamenco que, como es un género muy apasionado, muy visceral y muy individualista, suele ocurrir que uno se sitúa siempre frente a no sé quién. A mí me han dicho que soy gitanista, antigitanista, jerezano, de los payos, purista, lo contrario... Me han dicho de todo, lo cual es buena señal. Y en un caso como este había que aprovechar la oportunidad. Los artistas flamencos son gente fabulosa. Todas las personas que han dejado su nombre escrito es por algo. A mí me gusta todo el mundo, unos más y otros menos, pero desde el principio me parecía fundamental no alimentar polémicas. Esta editorial tiene la ventaja de poder poner el libro en todas las y me parecía que esta era una oportunidad de oro para evitar esos problemas.
En la presentación del libro se destacaba que es muy ameno. Yo añadiría que es desenfadado. Tú eres una persona desenfadada.
Te podía contar la de años que he sufrido el ser así... En el ambiente flamenco falta sentido del humor. Yo creo que la forma más inteligente de acercarse a todo es desde el sentido del humor. Ahora está cambiando todo. Incluso ya la gente se ríe cuando doy una conferencia, cuando antes algunos se indignaban: "¡Este viene a contar chistes!" Y yo lo que he contado es lo más profundo del mundo sin tener que estar como en misa. El flamenco está lleno de arte y de gracia.
El equilibrio está en que no es un trabajo superficial, sino todo lo contrario. Hay mucha investigación. El rigor no está reñido con el desenfado.
Yo cuento lo que se sabe hasta ahora, sin ninguna intención de manipular nada. Cuando digo algo lo digo porque tengo unos datos, y me he preocupado en tener esos datos porque me gusta y porque tengo la obligación de contarlos después a la gente. Eso se puede hacer de dos formas: poniéndote muy grave, muy serio y muy profundo o ponerte igual o más de profundo pero con sentido del humor. El hacerlo con sentido del humor me parece que demuestra el hacer alcanzado el meollo del asunto... Perdón por el roneo.
"Hay que tomar perspectiva antes de dejarse el pecho por un ideal sin saber siquiera dónde tiene uno los pies"
En la rueda de prensa hablabas de que las verdades parecen absolutas cuando se viven en determinadas épocas, pero cuando se miran con perspectiva las verdades absolutas se diluyen.
Eso me parece fundamental. Uno se puede haber leído un libro que tiene una perspectiva de unos veinticinco años, pero yo estoy hablando de una perspectiva de doscientos años y es ahí cuando ves las cosas. El otro día estaba escribiendo una cosa sobre Sernita y se habla de que su voz no es flamenca, cuando resulta que esa voz es la que era la voz flamenca en los orígenes del flamenco. Es justamente al revés, pero claro, hay que irse al principio para ver lo que era la voz flamenca. Ahí está cuando apareció la primera grabación de Cagancho, que la tenía Mairena muchos años, pero que tampoco se la ponía a todo el mundo porque eso te destroza toda la teoría ¿Y cómo cantaba Cagancho?... Pues con la voz limpia. Una cosa es lo que te han contado cercanamente y otra es la historia. Todo esto comienza con la flamencología que es la que ha divulgado unas teorías basadas prácticamente en la nada. Y no es una crítica a los flamencólogos, ni mucho menos, que han hecho su labor en su momento. Por eso, en realidad, el libro también es un homenaje de agradecimiento a todos los flamencólogos y, por supuesto, a los flamencos, que es a quienes debo estar aquí. Yo critico la flamencología, pero también digo que es muy fácil criticarla desde nuestros días. No, no: hay que ponerse en el momento y cada cosa tenía pleno sentido en su lugar.
¿Qué lagunas quedan?
Sobre todo las musicales, que es lo fundamental. Por ejemplo, nos queda por saber de dónde puede venir la siguiriya. No está demasiado claro. Hay infinidad de tópicos que se repiten mecánicamente, a modo de muletillas. "La siguiriya viene de la seguidilla castellana"... ¿Ah, si? ¿Y cómo? Porque yo todavía no lo he entendido. Eso está por investigar y, en general, todo. En este libro he intentado huir del lenguaje musical simplemente porque me dirijo a un público que no tiene por qué conocerlo. En España el conocimiento musical es mínimo. Pero lo que escribo ahí está apoyado detrás por un conocimiento musical que no expongo porque la obra va dirigida a todo tipo de público.
¿Qué idea te gustaría dejar en el lector?
Lo único que pretendo es que piense. Todo el libro está razonado. Hombre, espero primero que se divierta, que le guste, si le sirve de algo mucho mejor, pero lo principal es que piense. Una cosa es lo que son las cosas y otra lo que parecen. Quisiera mostrar que hay que pensar, que hay que tomar perspectiva antes de dejarse el pecho por un ideal sin saber siquiera dónde tiene uno los pies. He intentado huir de las posturas dogmáticas tan frecuentes en este género.
Texto: Manuel Moraga