Cantiñas

Las cantiñas son el cante más genuino de la bahía de Cádiz. Muchísimas son sus variantes, muy curiosos sus orígenes y muchas sus tonalidades y sus derivaciones. Su nombre genérico agrupa a los caracoles, mirabrás, romeras y alegrías. Son estrofas de tres o cuatro versos, de ritmo versátil y ligero. Son coplas generalmente cortas y supuestamente emparentadas con la antigua jota de Cádiz. Su compás es de 12 tiempos o mixto, como el de las alegrías. Tuvieron gran auge en la época de los Cafés Cantantes, desde 1860. Parecía que existía entonces la tendencia de meter cualquier letra por cantiñas. Se acompañaban de baile. Geográficamente, las cantiñas más numerosas y las mejor definidas musicalmente son de Cádiz, aunque también existen otros estilos, como el de El Pinini, asentados en localidades como Utrera y Lebrija. En definitiva, las cantiñas son todo un mundo de colorido, gracia y ritmo que tuvo un importante papel en la baraja estilística del flamenco, sobre todo en el siglo XIX. Entre sus intérpretes cabe destacar a Manuel Vallejo y a la ‘Niña de los Peines'.
Tus cabellos y los míos
se han enredao,
como las zarzamoras
por los vallaos
La Simoncita
tiene un sifón
la Simonsita
ya se casó
Cabales
Se denomina así una variante del cante por siguiriyas, aunque el término también se aplica a la persona de un aficionado con exquisitos valores. Cuenta la leyenda que fue el Fillo quien bautizó estas siguiriyas de cambio solicitando a un torero mejor paga tras haberle interpretado "unas siguiriyas cabales", como Dios manda, vaya. Sea como fuere, la procedencia de la variante parece encontrarse en Los Puertos y la característica principal que define su naturaleza estilística frente a su género rector de procedencia es la ejecución en una tonalidad mayor frente al modo andaluz de la siguiriya, sin perder un ápice de jondura. Lo normal es que se utilicen como cierre o remate de la misma, por esa sensación de final que le otorga el tono mayor y por su efectismo, ya que su interpretación además de enjundia requiere una gran valentía en el decir del cante, así como una gran capacidad para las modulaciones. Aunque su génesis se aprecia en la antigua siguiriya de El Planeta, su máximo configurador fue el mencionado "Fillo", al que siguen nombres como el Tuerto de la Peña, Manuel Molina, Loco Mateo... hasta llegar a Silverio Franconetti, quien lo fija y populariza, hasta llegar a nuestros días. Como cante, baile o toque en solitario apenas aparece la cabal y más contemporáneos podemos citar nombres como los de José Menese, Rafael Romero "El Gallina" o Manuel Fernández "El Sernita", quien creó toda una joya musical en su versión grabada para el "Canta Jerez".