Buena papeleta me ha tocado en suerte con esta pregunta que me hago. Mejor hubiera sido hacer un recuento de lo que fue el 2004 y, de hecho, para poder contestarme tendré que dar un repaso a lo que fue el año que terminamos.
A mi modesto entender en esta única asignatura confluyen varios factores. Estamos en un país socialmente casi destruido y este tema es más importante de lo que parece. Desde que entramos en crisis de revueltas militares en la década del 60 hasta terminar en lo que se denominó la "guerra sucia" aquí no sabemos lo que es tener la visita de un artista, o mejor dicho, de un cantaor flamenco de cartel. No obstante y citando nombres de talla pueden destacarse las esporádicas actuaciones, de uno o dos días, de Paco de Lucía, Cristina Hoyos, Farruquito o Tomatito. También hemos tenido profesores de baile que disponían de un mes para dar clases y ofrecían en alguna sala su propio montaje como fiesta de fin de curso. Pero los flamencos que quedamos de la vieja guardia, descendientes de españoles o argentinos entendidos, que los hay, lamentablemente hemos tenido que conformarnos con escuchar cantes enlatados. Hasta la llegada de Internet y a la televisión por satélite no tuvimos posibilidad de ponernos al día y conocer a las figuras que fueron surgiendo durante esas largas décadas. Sobre lo que fue Argentina flamencamente hablando en épocas anteriores aporté unas colaboraciones que se publicaron en las revistas Alma100 y El Olivo.
Pero centrémonos en lo ocurrido durante el 2004. Durante este año la devaluación monetaria, tras una gran crisis económica, atrajo al país a un turismo ávido de conocer sus bellezas. Era y es cuestión de aprovechar las circunstancias favorables de un cambio en la moneda. Tal situación ha motivado la apertura de varios "tablaos", entre comillas, no sólo en Buenos Aires sino también en las principales ciudades de Argentina. Incluso asistimos a la reapertura totalmente remozada de la que fue la famosa Taberna Regional Española, hoy conocida con otro nombre, y donde durante cincuenta años actuaron los exponentes más famosos del cante flamenco. Estos nuevos locales han servido para montar espectáculos llamados flamencos y destinados al turismo que nos visita. En estos casos las paredes no hablan, ¡lloran!.
Reseñando a los visitantes del pasado 2004 estuvieron por aquí Eva "La Yerbabuena" con un espectáculo en dos partes, una primera bien flamenca con el cante de Segundo Falcón y Enrique Soto, desgraciadamente otra segunda hecha a medida de los turistas que poco o nada entienden de flamenco. También nos visitó Diego "El Cigala" que en este caso vino a cantar boleros aunque, por supuesto y para atraer público, estuvo anunciado como espectáculo flamenco por un conocido locutor de radio "como el mejor cantaor flamenco de España". Y culminamos el año con la tercera, o más, actuación de Rafael Amargo y en este caso las crónicas de espectáculos de Argentina, que de flamenco realmente no entienden nada, lo tildaron de lo peor que habían visto. Lamentablemente este tipo de baile raro y de avanzada, como si de un cuadro de Picasso se tratara, es lo que aquí se plagia por fácil y no tener ni raíces ni profundidad alguna, repitiéndose en los "tablaos" con mucho instrumental y ruido de percusión, metales y batería además de guitarra eléctrica.
No tenemos la suerte de tener festivales ni concursos donde se haga repaso de cantaores y bailaores ortodoxos, del flamenco con historia y origen que es lo que llega a los entendidos, lo que llamamos "duende" y que en los próximos años seguirá dando vida a esta cultura que es el flamenco. Todo es superficial, anodino, copiar lo peor de lo que se escucha y se ve por televisión, es decir, las coreografías, la representación de obras de la mitología clásica, etc. Con el agravante de que se copia mal, ni entran a compás, ni rematan en su momento ningún cante o baile, se desvirtúa el flamenco en pro del negocio fácil de orientación turística. Ni siquiera las instituciones andaluzas, que generalmente ya no cuentan con andaluces en sus directivas, defienden los orígenes y cultura del flamenco por falta de financiación.
Este disparatado estilo de flamenco, a imitación del autóctono, está terminando con lo poco que todavía quedaba hasta tal punto que un guitarrista chileno, concertista con varios discos grabados y antiguo alumno de Manolo Sanlúcar, está liderando un movimiento para hacer un flamenco latinoamericano, es decir, que están fusionando sonidos y ritmos dándoles un estilo propio del folklore sudamericano. Para mi, y para cualquier flamenco que se precie, un sacrilegio que está matando al "duende y misterio" y el sentir de un folklore netamente andaluz que, sin temor a equivocarme, fue el arte que llevó el primer turismo a España hasta hacerlo un país reconocido en todo el mundo.
Mis deseos para este 2005 es que aprovechemos a los buenos aficionados que existen, a los bailaores y guitarristas con valores técnicos, para que entiendan que no se trata únicamente de música y baile sino de una cultura con historia que se transmite además de en el "hacer" en el "sentir".
Hago un llamamiento a la Junta de Andalucía, que durante estos últimos años ha ayudado socialmente a una colectividad con muchas necesidades en este país, para que siga apoyando a la cultura española que en Argentina se manifiesta en una numerosa colectividad. Desearía nos incluyesen en ese proyecto en camino llamado "Flamenco Porvenir", que delegasen en personas conscientes de nuestras necesidades que sepan canalizar adecuadamente la cultura flamenca con jondura y origen. Este es el sentir los aficionados argentinos para mantener nuestra cultura mientras esperamos la visita de los artistas en el sentido más puro y tradicional. Los grupos innovadores, pese a su arte, confunden a un público cuyo deseo es ver y escuchar lo que realmente nos transporta en el tiempo y llega a las profundidades de nuestros corazones.
Manolo Chilla
Buenos Aires, Diciembre de 2004