Revista La Flamenca: Revista nº 19 /año 2007 Enero Febrero. Fotos: Fidel Meneses
La “archiduquesa del duende” está cocinando Romalí, y por eso la calle Rodrigo de Triana no huele como de costumbre. Manuela anda preparando el sofrito de esta nueva obra junto a Maha Akhtar, una bailarina hindú de kathak que vive a medio camino entre Sevilla y Nueva York. Dos mujeres de mirada especial, entre las que se adivina un parentesco muy cercano. Sólo las separa el lugar de nacimiento, porque observando sus movimientos, sus poses, su forma de explicarse, uno advierte rápidamente que ambas son ramas del mismo tronco. Hablar con ellas, es realmente un viaje en el tiempo para revivir el éxodo de un pueblo y el encuentro, siglos después, de una misma familia separada entonces por su propio instinto nómada. Ahora vuelven a abrazarse para provocar al arte y erizarnos el vello. Asegura Manuela que aspira “a hermanar la India con Andalucía”, que Romalí es “una forma de volver a sus raíces” y de demostrarnos que “el futuro no está en la fusión”. Dice Maha que “en el kathak están las raíces del flamenco”. ¿Quién ha dicho que el duende no existe? Nosotros lo vimos. Venía de la mano de dos mujeres y llegamos a entrevistarlo. Casi lo tocamos con los dedos. En la sala de un local de ensayo. En Triana…
¿No han pensado por un momento que quizás esté escrito en algún sitio que un día se conocerían y llegarían a hacer un espectáculo juntas? ¿Cuál ha sido el nexo de unión entre ustedes?
Maha: Yo llevo muchos años haciendo baile hindú clásico, y en un momento dado me di cuenta que tenía muchas cosas, como el ritmo, en común con el flamenco. Haciendo investigaciones vi como la seguiriya flamenca era muy parecida a la hindú. Sólo cambiaban los acentos, que estaban en sitios distintos, ya que tenemos un compás más. Trece en lugar de doce. Pienso que son las raíces del flamenco en la India. Sabes que los gitanos vienen del norte de mi país… y el kathak es el baile clásico de allí.
Manuela: Si, bueno, el ritmo, las colocaciones… son mas o menos iguales. Queremos enseñar a la gente, no que el flamenco venga de la India, sino que hay muchas cosas en común.
¿Pero cómo se conocieron ustedes realmente?
Maha: Una amiga en común me presentó a Manuela y hablé con ella, le conté la idea y le pareció bien. Yo la conocía antes por su nombre, su reputación artística, claro, pero íntimamente no. La primera vez que hablamos de la idea de Romalí fue durante la Semana Santa pasada.
Entonces, conocía usted el flamenco ¿No hay nada que la uniera a España anteriormente?
Maha: Bueno, mi abuela era de Málaga. Se llamaba Anita Delgado y era bailaora. Se casó con un maharajá y se fue a la India. Hay un libro que se llama Pasión India, de gran éxito aquí en España, que narra su historia. Penélope Cruz ha comprado los derechos y va a hacer una película.
¿En que consiste pues la participación de Maha en Romalí?
Maha: Yo soy un poco el antepasado de Manuela, que viene de la India hace quinientos años.
¿Qué quieren dar a entender entonces?
Manuela: Mira, para que te hagas una idea, si nosotros los gitanos descendemos de la India, quiere decir que la raíz nuestra viene de ahí. Queremos subrayar eso. Darle ese sentido.
Romalí se desarrolla, pues, en torno a un guión argumental. ¿Y escénicamente, que enfoque le han dado?
Manuela: La coreografía y el montaje de los bailes los llevo yo, y Ramón Oller llevará la dirección escénica. Maha y las niñas, junto a sus músicos irán vestidas de hindúes. Y nosotros, los demás, muy flamencos, muy flamencos.
Observo que los zapatos que lleva Maha son los habituales aquí. ¿En la India bailan también con este tipo de zapatos?
Maha: No, se hace con unas campanitas en los pies. Pero sucede que para que el público escuche mejor y pueda comparar el tiempo que voy marcando, lo hago con los zapatos de aquí.
Con respecto al programa y a la secuenciación escénica ¿En qué números se pone este encuentro cultural de manifiesto?
Manuela: En todo momento. Por ejemplo, el espectáculo comienza con una bulería romanceada, que sale bailando Maha. Después entro yo, y lo termino. Para que el público vea que no hay ninguna diferencia entre ambos bailes.
Maha: Nos unimos las dos en la seguiriya, porque es el baile más próximo entre las dos culturas.
Manuela, su compañía lleva un atrás muy definido. Se ve que lo tiene usted muy clarito. Las guitarras tienen una intención muy característica para con su baile. El cante va justo a la medida… Pero, para esta ocasión particular ¿Serán los mismos artistas?
Manuela: Sí, seremos unas veinte personas entre Joaquín Amador, Pedro Sierra y Paco Iglesias a las guitarras, y al cante Manuel Molina como artista invitado, El Extremeño, José Valencia, La Tobala, mi hija Samara… más los músicos hindúes…
¿Vienen además músicos de su país?
Maha: Mis músicos habituales. Los tres que vienen conmigo desde hace años. Sanju Sahai toca la tabla, un instrumento de percusión, y hace treinta años que lo conozco. Rajeeb Charaborty toca el sarot, que es una especie de guitarra y Pandit Ramesh Misra, que toca el violín hindú.
Manuela: Son grandes músicos. Maravillosos.
Hablando de Romalí, del concepto de espectáculo, puede pensarse en un momento dado -por aquello de que se unen el baile flamenco y el hindú-, que este espectáculo tiene que ver con un experimento en torno a la fusión…
Manuela: No, no, no. Aquí no hay fusión de ninguna clase. Aquí lo que hay es pureza. Vamos a rescatar la música antigua de nosotros los gitanos, para demostrar que está ahí.
Piensas, entonces, que el camino de la fusión es erróneo…
Manuela: Bueno, yo no te voy a decir si es erróneo… Yo no lo hago. No entra dentro de mi manera de bailar, de mi manera de sentir. Yo lo que hago es puro. Soy muy reacia a eso que dicen de la fusión. Al principio, cuando Maha me comentó la idea del espectáculo le dije que ya hablaríamos, pensando que iba por ahí. Pero cuando me pidió por favor que escuchara una grabación de música hindú, me propuse hacerlo inmediatamente.
Bueno, está bastante claro, además, que Manuela Carrasco no necesita de aditivo alguno…
Maha: A mi la palabra fusión no me gusta para nada. Aquí no estamos haciendo un espectáculo de flamenco con el baile japonés, que no tienen nada que ver el uno con el otro. Aquí si que hay cosas en común. Es verdaderamente un encuentro entre las dos culturas, no una fusión. No sólo la música flamenca va a ser pura, sino que la música hindú va a ser música hindú clásica. Puede pasar cuando me vean bailar que alguien piense que estoy bailando sobre música flamenca y no, es que la música hindú suena igual. Repito, en ningún momento hay nada de fusión.
Sobre el estreno y las previsiones de girar ¿Qué podéis contarnos?
Manuela: Estrenaremos el próximo día 20 de febrero en Madrid. Esperamos que funcione y que guste a todo el mundo, porque las queremos estar algún tiempo con Romaní. Está prevista una gira a nivel mundial. A ver si estamos por lo menos tres años…
Debe ser bastante costoso un montaje de este tipo…
Manuela: Imagínate, sólo con los desplazamientos, hoteles, dietas, ensayos, etc. Sin contar el caché de los artistas, el equipo o el escenario que también lo ponemos nosotros.
Maha: Por ejemplo, los músicos de mi país vienen alguna vez a ensayar. Uno de ellos vive en Nueva Delhi, y un viaje en avión desde allí es muy costoso. Más la estancia en Sevilla.
Manuela, dejando a un lado el espectáculo: Eres una mujer que, desde hace mucho tiempo, estas luchando por vivir profesionalmente de tu baile. Pero además, no se si te lo habías planteado o si te lo propusiste en su momento, has conseguido abrir un hueco social importantísimo para la mujer gitana. ¿Sientes la responsabilidad de que las de tu raza te vean como un icono, como un ídolo, como un ejemplo a seguir?
Manuela: Si. Totalmente.
¿Cómo ves actualmente a la mujer gitana?
Manuela: Las gitanas tenemos nuestras costumbres, pero estamos evolucionadas. Más modernas. Nuestros hijos estudian, van a la escuela y nuestras hijas, si quieren fumarse un cigarro se lo fuman. Hoy las cosas no las hacemos porque no queremos, no porque no nos dejen.
La Bienal terminó hace relativamente poco, y una muestra como esa nos da la posibilidad de hacernos una idea de cómo, o por donde, van las tendencias artísticas… ¿Hacía donde va el baile flamenco en general?
Manuela: Va mal. Muy mal. Están buscando lo que no hay y resulta que en el baile ya está todo hecho. Nuestros antepasados lo dejaron todo terminado. Pasa que si no hay arte, si no hay personalidad, ni hay majestad… hay que echar mano de otra cosa. Lo están haciendo muy mal porque están desvirtuando el flamenco. Esa es mi lucha con la juventud. Yo entiendo que hay unos pies maravillosos y que está todo muy evolucionado, pero se olvidan del arte, de pararse. Llevo treinta años luchando y defendiendo la pureza del baile.
Maha: Yo, particularmente, soy muy tradicional. Sin duda, prefiero lo puro. Incluso he llegado a salirme de la sala en algunos espectáculos que de flamenco no tenían nada. En la India pasa igual: se intenta buscar en otros lugares, olvidándose de lo tradicional ¿Por qué olvidarnos de lo que hemos hecho durante siglos? Ahora en la India están mezclando baile clásico hindú con el rap… Y es feísimo. ¿Por qué romper una cosa que funciona?
¿Ven al público, en general, preparado para asimilar su espectáculo, o cualquier otro de tipo de función relacionada con el flamenco?
Manuela: Entender de arte es muy difícil. Sólo te digo eso. Has tenido la prueba, si has ido a la Bienal. En mi noche verías diferencias sobre eso. La gente salió como loca porque estaba deseosa de ver flamenco puro. A la Bienal vienen muchos extranjeros que no tienen ni idea de baile.
Maha: En Nueva York, incluso se están suspendiendo funciones de artistas conocidos porque las salas están medio vacías.
Manuela: Cuando nosotros vamos allí se agotan las entradas rápidamente. Es lo que te decía, la gente no es tonta. Quiere ver flamenco de verdad.
En la memoria de los aficionados ha quedado esa imagen del maestro Chocolate cantándole hace unos años en el Maestranza. ¿Qué le queda hoy de ese mágico momento?
Manuela: Me queda una gran satisfacción. Era muy difícil que Chocolate cantara para bailar. Sólo lo hacía con su cuñado Farruco. Por eso pensaba que me costaría convencerlo. Lo llamé y le pregunte muy respetuosa, si sería un ofensa para él que yo le pidiese que cumpliese la ilusión de mi vida. Que me cantase. A mi padre le encantaba Chocolate y desde niña me decía que lo escuchase por seguiriyas. Cuando me dijo que para él sería una gran satisfacción… Creo que todos los que estábamos en escena estábamos llorando en ese momento. Yo no pude ni acabar. Al final eché mi cabeza en su hombro y esperé a que terminase de cantar porque no podía ni bailar… y me fui con él para adentro.
¿Cómo se vivió eso, momentos después, en el camerino?
Manuela: En el camerino se abrazó a mi y yo a él. Pero pasó lo mismo en Inglaterra. En Nueva York fue normal, porque tú sabes que los artistas no siempre tienen su día mágico. Pero en Inglaterra pasó igual. Tenía el día.
¿Con que artista, de los puros que nos quedan, cree que volvería a pasarle eso?
Manuela: Ya no quedan artistas de esos. Bueno, queda uno: Lebrijano. Ya me han cantado todos los demás. Me falta Lebrijano, y quien sabe. Lo mismo en la próxima Bienal puede ser.