Año del Flamenco miscelánea a guisa de resumen
Sólo un título tan peregrino podría recoger lo variopinto del acontecer flamenco, en un momento de donde se pretende marcar la impronta para confirmar la especial aportación al complejo mundo de lo jondo de las señas de identidad provinciales en justa y legítima concurrencia -Málaga canta, Bienal de Sevilla, Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba ...- coincide este aldabonazo a las conciencias con la errónea apropiación de algo que pretende ser Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, en asociación que produce paradoja con el Estatuto de Autonomía de nuestra Comunidad, tendente a asumir el protagonismo exclusivo. Pero eso es otra historia.
Queda referida esta aportación a la diversidad de formulaciones flamencas que han tenido asiento por lo que respecta a Córdoba y su provincia en el año que se nos va. Algunas vienen siendo usuales, caso de la Cátedra de Flamencología de la Universidad de Córdoba en su décima edición, y otras vienen a recordar el nacimiento del Concurso allá por 1956 con el título de Año del Flamenco; no obstante, vuelve cíclicamente esa tendencia al derrotismo que se ha incrustado en la epidermis de esta ciudad y quizás en menor medida por su provincia. No faltan voces legítimas según su razonamiento que quiten importancia a la compleja organización de más de trescientos actos en torno al hecho flamenco y bajo los más diversos formatos (Mesas Redondas, Contrastes, Encuentros, Actuaciones de Clásicos del Flamenco junto a jóvenes que vienen pidiendo paso); se han programado en armónica simbiosis baile, cante y guitarra en una especie de ‘totum revolutum' que ha sustituido a mi propio escepticismo inicial del mes de enero. Y por aquello de que nobleza obliga hube de reconocerle a Tito Ortiz mi impresión global muy favorable, independientemente de contratiempos organizativos, tiquis miquis, despropósitos e inclemencias del tiempo en ocasiones y desajustes de salud, tan interesante todo ello en la lectura como para ver comportamientos de personas que han hecho del populismo casa de postas obligada pero que no producen una merma considerable salvo en algún despropósito económico; naturalmente me refiero a algún que otro artista con bastante predicamento. Tomás Moro no se creía la utopía, pero bien pudo decir ahí va eso, claro está que referido a la esencial dificultad de conseguir la redondez a que aspiraban desde los anónimos pintores rupestres hasta los cercanos poetas del veintisiete con Juan Ramón de observador.
Dos hechos sobresalen en el panorama. Es uno la publicación de "Los Concursos de Córdoba (1956-2006). (Análisis y comentarios)", promovida la publicación por parte del Ayuntamiento a través de la Colección Demófilo de Cuadernos de La Posada, del que es autor Agustín Gómez y que a través de sus trescientas ochenta y dos páginas desvela las dificultades, dudas, ambivalencias, conjeturas, deserciones y contrariedades que hubo de sufrir el Concurso hasta que vio la luz hace cincuenta años. Eran tiempos complejos y de controversia, pues en la Dictadura había dos referencias demonizadas; una de ellas era la mera referencia al bandolerismo entre las gentes -como pude comprobar en Jauja, ya en pleno ejercicio democrático-. El otro término demonizado en etapa tan tenebrosa de nuestra historia fue el de flamenco, que en una acepción malintencionada se asociaba a gente de mal vivir, por una pésima contribución de algunos intelectuales de la España decimonónica que aún coleaba.
El libro de Agustín Gómez es denso no sólo por su paginación sino también por la exhaustividad de la información de su autor en su doble condición de participante y testigo en la gestación de su historia. El diseño de Puntoreklamo invita a adentrarse en sus páginas para analizar los pormenores y hallo una referencia a alguna de las muchas desazones que hubo de sufrir el insigne profesor y poeta de Cántico, Ricardo Molina, hasta desembarcar en puerto seguro. Recoge el autor en la página ciento sesenta y cuatro las sabias palabras del escritor montillano José Cobos Jiménez, tomadas del Prólogo de este autor al libro de Agustín Gómez titulado "El Neoclasicismo flamenco; El Mairenismo; El Caracolismo" publicado en mil novecientos setenta y ocho por Ediciones Demófilo, S.A., que se hacía eco de los sinsabores de una época angustiosa: "...Crecieron, gozaron y sufrieron, estudiaron, llegaron a hombres hechos y derechos en circunstancias político-religiosas, económicas y sociales, ambientales en definitiva, no precisamente muy favorables al propio "confort espiritual" ni, por supuesto, al de sus familias, que tuvieron el heroico mérito de propiciarlos.
Hubo largos años como de embozo y tapujo, donde muchas cosas eran turbias y mendaces, apenas encubiertas por un triste y desmayado oropel miserable. Pero ellos eran tan buenos que ni se enteraron. Fueron siempre animosos, sinceros, honrados, enemigos del chapuz y de la falacia que proliferaban en torno, alérgicos a la picaresca ancestral y a las sofisticaciones al uso" .
El otro acontecimiento que hace albergar ilusión es la armonización por primera vez de voluntades al unísono para que la conmemoración del Año del Flamenco no haya sido una mera entelequia. La decidida y firme colaboración de todos los animadores y programadores de flamenco en todas las acepciones posibles ha tenido un efecto benefactor y multiplicador, poco frecuente en una sociedad como la cordobesa que a diario muestra hasta qué punto cuesta articular proyectos unitarios. El hecho de que de la mano hayan ido Ayuntamiento, Diputación, Delegación Provincial de Cultura, Conservatorio Superior de Música, Escuela Profesional de Danza, CajaSur, Federación Provincial de Peñas Flamencas, Asociación de Artistas Flamencos, Cátedra de Flamencología de la Universidad de Córdoba, Hostecor y Fundación Antonio Gala, dice mucho a favor de cierto aire de cambio. La Gala que puso fin en el Gran Teatro el día veintidós mostró las potencialidades que encierran el Conservatorio Superior de Música en los estudios de Grado Superior de la especialidad de Guitarra Flamenca, con un plantel de buenos guitarristas que hacen albergar mucha ilusión gracias al buen hacer de su profesorado, así como de futuros intérpretes de baile flamenco por la acción de la Escuela Profesional de Danza que permite dar pábulo al optimismo. El Concurso Nacional recogerá testigo.
Texto: Juan Pérez Cubillo / Foto: Miguel Collado y Gabinete de Prensa, Año del Flamenco